Blog | Marta está harta

¿Qué hacer cuando tu hija te dice que le estás amargando la vida?

Adolescente. EP
photo_camera Adolescente. EP

EL OTRO día una madre me consultó que debería hacer cuando su hija le acusa de ser la culpable de amargarle la vida. Estaba realmente agobiada con ese tema y hasta valoraba que eso que decía su hija fuera cierto. Yo le dije, aunque suene políticamente incorrecto, que si su hija decía eso era que ella lo estaba haciendo bien. Y es que ese día en que tu hijit@, tu tesoro, tu mirlo blanco te dice eso tan típico de  “me estás amargando la vida”. Ese día algo se muere en el alma de los padres como dice la canción.

Toda madre y todo padre, que se precien como tal, deben de estar preparados para escuchar en la boca de sus hijos una serie de frases lapidarias, cargadas de emoción, contundencia y cierta carga de desprecio, y por si fuera poco acompañadas de una buena dosis de teatro y drama. Son dichas de tal forma que muchos padres se quedan desarmados, dudando de sus propios actos y decisiones. En mi casa las frases demoledoras son dos, cada cual más dramática:

“Déjame vivir”, que es la que utiliza mi hija cada cinco minutos, cada vez que le recuerdas sus obligaciones  básicas, tan básicas como hacer la cama o estudiar. Y la segunda es: “Soy una paria social”, aún me pregunto de donde sacaría lo de “paria”. Ésta la utiliza cada vez que no la dejamos salir a lo loco. Es decir, si no puede ir al botellón del parque cualquier día que se le ocurra, entonces es una paria social. Si no puede ir al cine un miércoles a la sesión de once pues es que es una paria social.

El problema no es que nuestros hijos e hijas lancen esas frases con la peor de sus intenciones, el problema es lo mal que le sientan a algunos padres y madres que sus hijos sean tan dramáticos y contundentes a la hora de juzgar su comportamiento como educadores, consiguiendo que estos se sientan como si nunca  hicieran algo bien. No olvidemos que ese es su objetivo, que dudemos de nuestras decisiones para salirse ellos con la suya. Por lo que, como me dijo una vez un especialista de la educación, si tu hijo protesta lo estás haciendo bien, y si protesta mucho lo estás haciendo muy bien.

Repasemos algunas de estas frases lapidarias que escuchamos a nuestros hijos e hijas:

“Los padres de mis amigos sí que son buenos padres”,  ¡pues claro que sí!. De hecho, en las casas de los amigos de tus hijos tú gozas de una reputación estupenda. Yo sin ir más lejos soy la madre “guay”, a pesar de que para mi hija soy una carca y una pesada. Todos los hijos tienen la sensación de que el día que repartieron padres y madres les tocó lo que no quería nadie.

 “¡Qué ganas de irme de esta casa!”. Esto de largarse de los sitios en los que tenemos conflictos es muy antiguo, todos hemos amenazado con irnos.

Y es que mientras estamos educando a nuestros hijos, los estamos sometiendo sistemáticamente a un conjunto de normas y límites: “Estudia hija; recoge hijo; come; eso no; a las 10 en casa; etc…”  y los hijos creen que, en cuanto se vayan de casa, van a poder vivir en un estado de libertad absoluta (¡qué ingenuos!). Cuando los hijos amenazan con irse de casa, tú recuérdales que estás encantado o encantada de vivir con ellos, y no se te ocurra decirles eso de ahí tienes la puerta. Y menos aún lo de “y si te vas, aquí no vuelvas a entrar”.  No te pongas a ser más “flamenco” que tu hijo, pues te recuerdo,  que tú eres el que tiene que poner el cerebro en los conflictos con los hijos. Además no olvides nunca que  los hijos cuando dicen eso de irse de casa lo que hacen es provocar y buscar el conflicto, por lo que si tú les dices que se vayan, ya se lió y eso no es lo que queremos, que no es bueno para nuestra salud mental. Mientras que decirles lo que les vas a echar de menos les fastidias mucho más y en ocasiones lo de fastidiar un poquito también cuenta o sólo pueden fastidiar ellos.

“Sólo queréis amargarme la vida”. Esto te lo dice tu hija o tu hijo cuando por ejemplo le has impedido ir a un concierto nocturno de reggeaton, de unos individuos gangosos, que hacen canciones en las que solo se hablan de sexo y drogas. ¿Qué quieres? ¿qué te abrace y te diga: ¡olé mi madre y olé mi padre! que vigilan y cuidan por mi bienestar?. Cuando te digan esto, tú no te enfades, simplemente recuerda que están contrariados por las normas y límites que guían nuestra manera de educar, e insisto en que la  tranquilidad es nuestra mejor arma, los gritos nos pierden y desgastan y envejecen y hacen que cada día estemos más cerca del ictus.

Para mí estas tres son el top,  pero seguro que cada uno en vuestra casa sufrís las vuestras, desde las sutiles tipo la de la “paria social” y las más duras como la de “que no me interesa lo que digas”. No olvidéis que todas son armas arrojadizas, que utilizan nuestros hijos para iniciar una batalla, que están convencidos que van a ganar. Así que sólo puedo daros un consejo: tranquilidad y paciencia, esa  es nuestra carta ganadora y como me dijeron una vez  “recuerda que es tu hij@ y le quieres”.
 

Comentarios