Goles en vez de golpes

Messi y Cristiano ‘solo’ han marcado seis goles en tres horas.
photo_camera Messi y Cristiano ‘solo’ han marcado seis goles en tres horas.

CRISTIANO maldijo la última chilena que se le fue por encima del larguero. Había ya marcado los tres goles contra el Celta, algo que ha dejado esta temporada de ser noticia. El primero fue de penalti injusto, pero en el Bernabéu eso sí que ya ni era noticia cuando crearon el No-Do.

El mohín de rabia de Cristiano iba más allá del resultado. Él no cuenta los puntos de su equipo, que ya se da por supuesto, como el valor en la mili. Lo suyo es otra cosa. Solo lo alimenta la competencia con Messi, de la que ambos se nutren en simbiosis perfecta. El portugués marcó el sábado tres goles y solo hubo que esperar unas horas para que el argentino hiciese lo propio.

Si se fijan en el resumen, Lionel también soltó un gesto de mínima rabia contenida cuando Pedro fusiló el 4-1 en vez de asistirle. Era la sentencia del partido, pero hasta ese momento había anotado ‘solo’ dos. Todos nos dimos cuenta. El primero de todos Pedro, que solo al final de la celebración, tras recorrer el estadio en vuelo sin motor para atrapar el aliento de la grada y de sus compañeros, recibió la lejana y desganada carantoña de La Pulga. En la siguiente acción Pedro también se desmarcó por el costado derecho pero en vez de embocar a la red le cedió el honor del 5-1 y un nuevo hat-trick. Lleva tantos que ni siquiera salen en las estadísticas, y hasta es posible que el balón de recuerdo de esa tarde en el Camp Nou ya esté en manos de un recogepelotas. Los de esta temporada no le caben en el maletero del coche.

Cristiano y Messi construyen cada jornada la mejor metáfora de nuestro fútbol. Porque lo suyo no es un intercambio de golpes en el fondo sur del estadio, o en los aledaños del Manzanares, sino un intercambio dialéctico de goles, un reto cada miércoles europeo o cada fin de semana doméstico. Diríase que en cada partido se retan con la dialéctica de los puños y los balones de oro. Y en eso salimos ganando todos. Ya lo dijo un encapuchado del Frente Atlético esta semana en Antena 3. «A nosotros el fútbol nos da igual. No entendemos de eso». De eso ni de otra cosa, cabría concluir.

Este fin de semana ha sido el primero del año cero, el que marca el fin de esos fondos construidos en los estadios con alambradas, al modo de una trinchera que haya que asaltar a bayoneta calada. Desde ese ángulo apenas se ve rodar el balón. Ya lo decían. «No entendemos de fútbol».

En esta jornada también se ha insultado menos en otras zonas del campo, y también es de agradecer. Como mucho un «¡cabrón!», suelto o sincopado al no señalar el árbitro un penalti, o unos tímidos «hijoputa» tras pitar un fuera de juego. Pero con el diapasón a bajas revoluciones, suave en los decibelios y en la cadencia. Todo muy versallesco comparado con nuestro pasado reciente.

En Riazor, en el último partido de Copa ante el Málaga del pasado miércoles, recién cerrado el fondo de los Riazor Blues, el árbitro no pitó una falta a Lopo y en medio de las plateas se oyó un solitario «¡cabrón!». Un vecino de butaca apostilló: «Tranquilo, arbi, que no lo decía como insulto».

Al llegar a casa miré el diccionario y resulta que tiene dos entradas iniciales. Cabrón: «Dicho de alguien que hace malas pasadas o resulta molesto», o también, figuradamente: ‘Hombre al que su mujer le es infiel». No sabría decir con que acepción llamaron «¡cabrón!» al árbitro. Si los ultras mirasen de vez en cuando el diccionario, o simplemente si supiesen leer, podrían ser algo más creativos en sus cánticos. Claro que si leyesen seguramente no existirían ni ultras ni frentes ni fondos.

Una vez Jose María García llamó a Ramón Mendoza el cantamañanas del pelo blanco. El presidente del Real Madrid se querelló y perdió en el juicio. Tuvo que pagar hasta las costas. «Cantamañanas: ‘Dícese de persona de poco crédito’ y Mendoza no tiene ninguno», dijo el Butano esa noche que resultó absuelto. En la siguiente asamblea, en el pabellón Raimundo Saporta, contestó Mendoza: «El Madrid nunca se asfixiará con el olor a butano». Qué tiempos!

Claro que entonces no habían nacido ni Messi ni Cristiano. Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor lo escribió un arcipreste en la edad media cuando aún no se había inventado el fútbol. De sentir nostalgia de algo será dentro de unos años, cuando echemos la vista atrás y comprobemos que ya no hay jugadores que frunzan el ceño si una chilena se les ha ido alta tras haber firmado esa tarde solo un hat-trick.

(Publicado en la edición impresa el 8 de diciembre de 2014)

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