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Galicia va camino del asilo

La salida de la crisis agrava el fuerte desequilibrio entre cotizantes y pensionistas en Galicia

POCOS ASUNTOS de tal calado ponen de acuerdo a tantos gallegos. Somos pocos y vamos a menos. La sangría demográfica se ha convertido en un incómodo compañero de viaje en esta salida de la crisis. El problema está en su avance, lento, silencioso, como una enfermedad incurable que no da la cara y con la que logramos convivir. Y llevamos años así. Son muchas las recetas, tanto a corto (retención de talento joven, captación de inmigrantes) como a medio plazo (fomento de la natalidad, cheques bebé, ventajas para concicilar), pero muy limitados los avances. Tampoco sirve de nada el consuelo: Galicia envejece y también lo hace España y Europa.

Frente a cualquier diagnóstico, conviene deternerse en las consecuencias más inmediatas. Porque las hay y de calado. Sin ir más lejos, en la estructura de nuestro modelo de bienestar. En todo ello repara en su última edición el informe "A Economía Galega 2016", del Instituto de Estudios e Desenvolvemento de Galicia (Idega) y la fundación de Abanca. Como jirones, la salida de la crisis en Galicia deja una lectura inquietante a la que para nada es ajeno el envejecimiento de la población. Se trata del fuerte desequilibrio entre cotizantes a la Seguridad Social y pensionistas, que se agrava. Lo hace cada año un poco más.

Partamos de las diferencias en el sistema público de pensiones. La primera: el 24,3% del total de la población gallega tiene la condición de pensionista, dentro de la Seguridad Social, frente al 18,3% que representa ese colectivo a escala nacional. Seis puntos de diferencia, que generan un gasto en pensiones equivalente al 14,2% del PIB gallego, casi cuatro puntos por encima de lo que representa para el total del sistema español, al situarse en el 10,8% del PIB.

La paradoja es doble, porque pese a ese esfuerzo en el gasto en prestaciones a los jubilados gallegos en proporción al tamaño de su economía, Galicia está a la cola de España si se analizan las pensiones medias recibidas por sus mayores, solo por encima de Extremadura. En otras palabras, el mayor peso del gasto en pensiones no tiene el correspondiente reflejo en las pensiones medias que reciben los gallegos.

El equipo de economistas que dirige el catedrático Alberto Meixide, vinculado a la Universidade de Santiago, suma y sigue y alude a otras evidencias para demostrar los efectos de la crisis económica. En este caso, pone en relación el número de afiliados a la Seguridad Social, los cotizantes, y los pensionistas. Y las diferencias y el avance son claros y meridianos. La ratio de afiliados por pensionista en España pasó de los 2,55 de 2007 al 1,98 en 2014, explica el estudio, "aumentando ligeramente durante los dos últimos años para el conjunto del sistema". En Galicia, por contra, se contabilizaban en 2007, al inicio de la crisis, 1,74 cotizantes a la Seguridad Social por cada pensionista. En 2014, la ratio había descendido a 1,44.

¿Y cómo se traduce todo esto en euros? Pues aquí viene lo peor. Con los datos del Ministerio de Empleo en la mano, y considerando exclusivamente los ingresos y gastos directamente relacionados con la parte contributiva del sistema, esta relación entre afiliados y pensionistas genera un desequilibrio al año de 21.559 millones de euros en España. Del total, a Galicia son imputables nada menos que 2.597 millones de euros, que equivalen, aproximadamente, a un tercio del presupuesto anual de gasto de la Xunta.

La brecha entre cotizaciones y prestaciones por jubilación, es decir, el saldo negativo del sistema, aumenta en Galicia. Lo hace cada año, a un ritmo de unos 200 millones de euros, en números redondos. Otro problema añadido. La crisis trajo consigo al principio menos cotizantes, y dejó un colectivo laboral que, con la pertinaz devaluación salarial, contribuye ahora menos al sistema. Lo hace para cubrir pensiones, en muchos casos, relativamente altas en proporción a lo que cobran quienes ahora se incorporan al mercado laboral. ¿Dónde quedaron los mileuristas? Hay un serio riesgo de estrangulamiento. En síntesis, las cotizaciones sociales en Galicia están clavadas en los 4.700 millones de euros anuales durante los últimos tres años, frente a unas prestaciones contributivas y pensiones que avanzan cada año y llegaron en 2015 a los 7.380 millones de euros.

Lo deja claro el estudio que dirige Alberto Meixide: los desequilibrios del sistema de pensiones van más allá de la evolución del mercado laboral en la crisis. Y dentro de los elementos diferenciales negativos en Galicia, "cobra cada vez más peso la configuración y dinámica de la población, verdadero condicionante de la evolución futura del sistema de pensiones". ¿Quién toma nota? 

Los mensajes del nuevo plan de transportes
TODA LA PRESIÓN en la cuenta atrás. Y no solamente por parte de patronal y sindicatos del transporte, como hasta ahora. Núñez Feijóo ha optado por mover ficha. Ha sido por la vía de los hechos. Para cumplir los plazos, la próxima semana tendrá que publicarse en el Doga el nuevo plan de transporte, para entrar en vigor en agosto, cuando se cumple un año de las renuncias a las concesiones por parte de las empresas.

Dos son las píldoras (hay quien lo interpreta como auténticas cargas de profundidad) que ha introducido el presidente de la Xunta al avanzar el plan, con la autorización del procedimiento de contratación para las nuevas concesiones. Veamos.

De un lado, se limita el número de contratos que puede recibir un mismo grupo empresarial. De esta manera, la Xunta reparte juego, intenta evitar la concentración de operadores y da una oportunidad a los más pequeños. De otro, y en la misma dirección, se contempla que las pymes puedan optar a contratos a través de la fórmula de la unión temporal de empresas, en un claro guiño otra vez a los más débiles.

El mensaje parece quedar claro. Nada de operadores dominantes en este nuevo escenario que se abre. El cabreo, que siempre suele ir por barrios, es mayúsculo en las patronales, que han contado hasta ahora con un aliado de ocasión, los trabajadores. Desactivado el frente sindical y despejadas las inquietudes laborales, Feijóo deja ahora otra perla para la recta final de las negociaciones, que todavía están abiertas. La Xunta «solo se debe a los ciudadanos gallegos», advirtió. Enigmático Feijóo en este último mensaje, dirigido a los líderes patronales.

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