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Galicia, reino de las sicavs

El fallido pacto entre Rajoy y Rivera ponía coto al gran vehículo inversor de los empresarios

EL GLOSARIO del dinero tiene un acrónimo muy especial que lleva unos cuantos meses en boca de casi todo diputado que se precie. Son las sicavs, las sociedades de inversión en capital variable, cuyas ventajas fiscales, limitada transparencia y maleabilidad a la hora de constituirse y transformarse han generado un auténtico estado de opinión en contra. Los partidos de la nueva y la vieja política han tomado posiciones, en gran medida como respuestas de unos a las iniciativas de los otros. Y todos tratan de ponerles coto. En estos meses, las sicavs han figurado, negro sobre blanco, en los pactos a los que han llegado el PSOE con Ciudadanos, primero, y los de Albert Rivera con el PP, después.

Con las dos investiduras fallidas, la nueva regulación de las sicavs se ha quedado en el tintero de las intenciones, pero la sombra de la sospecha que se proyecta sobre estos instrumentos de inversión provocará que, gobierne quien gobierne, acometa finalmente su reestructuración. ¿Son tan malas las sicavs? Hay quien advierte que su supresión, con esos 32.500 millones de euros que, en su conjunto, manejan de patrimonio, provocaría una fabulosa fuga de capitales de España. Veamos.

Los papeles que se cruzaron entre PP y Ciudadanos sobre estas sociedades dieron como resultado un pacto que pasa, primero, por un mayor control, devolviendo a manos de la Agencia Tributaria su supervisión, y no como hasta ahora, que corre a cargo de una siempre difusa Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Segunda idea del acuerdo al margen de su control fiscal: "Se promoverá su apertura, para que aquellas que no sean auténticas sociedades de inversión colectiva no tributen al tipo privilegiado del 1% en el Impuesto de Sociedades, sino al tipo general", que está situado actualmente en el 25%. Y aquí entra en juego un elemento que actúa de filtro: el cómputo de su número de accionistas. El objetivo es que este tipo de instrumento, que nació con un tratamiento similar al de un fondo de inversión, no sea "un vehículo de inversión privada de grandes fortunas con el objetivo de tributar menos", reza el acuerdo alcanzado entre PP y Ciudadanos.

Actualmente, a las sicavs, de colectivas les queda solo su filosofía. En demasiados casos, el 99% de su capital pertenece a una sola persona, una gran fortuna, y el resto se reparte entre supuestos socios que no son más que hombres de paja, "mariachis" en el argot, que acompañan al solista hasta superar el centenar de accionistas que exige la ley, de cumplimiento adulterado.

En los últimos años, Galicia ha sido un paraíso para las sicavs. Por la sencilla razón que han sido numerosas las fortunas que se han levantado sobre grandes proyectos, procedentes en gran medida de salidas a Bolsa o de la venta directa de participaciones en empresas, casi siempre de capital familiar. No hay gallego en la lista Forbes que no tenga o haya tenido una sicav. Las cerca de cuarenta sociedades de este tipo registradas en la CNMV y vinculadas a empresarios o ejecutivos gallegos llegaron a contar con un capital máximo recogido en sus estatutos próximo a los 4.000 millones.

Por ejemplo, la salida a Bolsa de Inditex, en abril de 2001, propició que parte de sus principales accionistas y ejecutivos destinasen gran parte del dinero obtenido a este instrumento financiero, constituyendo hasta catorce sicavs. Amancio Ortega, su hermana Josefa, Dolores Ortega Renedo y su marido Juan Carlos Rodríguez Cebrián, Rosalía Mera y su hija Sandra Ortega, José María Castellano... Los nombres propios de Inditex optaron por tributar lo justito.

Las ventas de empresas también han sido el trampolín para las sicavs. Las plusvalías generadas en los noventa para los Fernández Puentes, parte de la familia propietaria de Corporación Noroeste, con la venta del grupo cementero vigués a los portugueses de Cimpor, acabaron en una sicav. Otro tanto sucedió años después con el estreno de Transportes Azkar en Bolsa y su posterior exclusión del parqué, así como su reciente venta. Luis Fernández Somoza, su presidente, controla hoy en día dos sicavs. Como las que tuvo Manuel Jove hasta este verano, cuando decidió liquidarlas, como había hecho antes Amancio Ortega. Su origen estuvo también en la venta de Fadesa.

Los Domínguez (Lonia Textil), Fernández de Sousa (Zeltia y Pharmamar), Fernández Tapias, Calvo, Loureda Mantiñán (Sacyr), los Freire (Megasa), Botas (Abanca), José Silveria (Elcano y Povisa) y los herederos de Ceferino Nogueira (Nogar), entre muchos otros, integran o han integrado una nutrida nómina de propietarios gallegos de sicavs. Ahora, todo está en revisión. Tanto la norma como las propias inversiones.

Un nuevo proyecto lácteo que va para largo

¿HASTA qué punto es normal que una sociedad constituida en Alcorcón hace unos seis meses, con un capital de 3.000 euros, levante una gran industria de transformación láctea en Galicia? Pues según se mire, porque todo proyecto empresarial tiene un nacimiento, modesto en la mayoría de las ocasiones, y en poco o nada tiene que ver el límite legal del capital estatutario de una sociedad, en este caso el mínimo, con los recursos que pueda movilizar o la financiación que logre captar. En este caso, nada menos que 70 millones de euros. Esa es la cantidad que los impulsores de la sociedad limitada Goodleit están dispuestos a invertir en Teixeiro (Curtis), para levantar una gran planta de transformados lácteos, que todo apunta se centrará en los yogures y otros derivados.

Ambición no falta al proyeco, presentado a la Xunta y valorado por el propio Núñez Feijóo como ese "Citroën del sector lácteo" que tanta falta hace a Galicia. Sus impulsores son viejos conocidos del sector, vinculados en su día al grupo francés Senoble, que era hasta el año pasado el principal proveedor de yogures de Mercadona y que pasó a manos de la estadounidense Schreiber Foods. Con la compra de la filial española de Senoble, a los ejecutivos que ahora quieren poner en marcha el proyecto de Teixeiro les faltaron meses para abandonar el grupo.

El proyecto presentado ahora comenzará a levantarse el próximo año, y no abrirá sus puertas hasta 2019. Pero mucho más allá de los tiempos o del capital social con que nace, la clave está en la financiación que logre, sea privada o pública. Y con la experiencia reciente, habrá que estar atentísimos.

Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural Fenosa
Gas Natural Fenosa cambia de manos al dictado de la Caixa

Ni rechistarán. Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural Fenosa, y Rafael Villaseca, su consejero delegado, miran la operación pasar, que se fragua en los despachos de la Caixa, ahora Caixabank y su grupo de participadas, Criteria. Y es que la gasista, con intereses estratégicos en Galicia, tendrá en enero un nuevo accionista. Repsol y Caixabank, socios de control de Gas Natural con un paquete conjunto del 65%, se desprenderán de hasta un 20% para dar entrada a un fondo de inversión. En otras palabras, hacen caja para otros proyectos, o para sanearse, con la compañía que un día fue gallega, siguen manteniendo su control y se alían a un socio que puede darles muchas alegrías. La operación está valorada en 4.000 millones de euros. El comprador, Global Infraestructure Partners, es muy conocido en España, al ser el segundo accionista de la filial de renovables de ACS y Florentino Pérez. Muy lejos queda todo para Galicia.

Adolfo Domínguez, modisto
Los minoritarios amargan al modista la lunta del cambio

POCO ha trascendido de la junta general de Adolfo Domínguez celebrada esta semana. Era la cita del cambio, en la que se aprobaban, además de las cuentas del 2015 y el balance de gestión, la incorporación de nuevos fichajes, tanto en el apartado ejecutivo como en el propio consejo de administración. Sin embargo, la placidez de otros años no se vivió esta vez en el transcurso de la cita. Y es que el modisto ourensano, principal accionista del grupo de la mano de los catalanes de Puig, tuvo que escuchar la reprimenda de los minoritarios, que se han agrupado y han logrado tener voz en la junta general. Las constantes pérdidas, los incensantes cambios en la cúpula y, sobre todo, la fuerte caída del valor en Bolsa de la compañía fueron los elementos que encendieron a esos accionistas, que han visto perder su inversión sin apenas un atisbo de que el grupo logre reflotar.

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