Frivolidades

Pedro Sánchez, que en este fin de semana es refrendado como secretario general del PSOE, quiere que sus rivales hagan ya lo que su partido no hizo durante años: renovarse. Parece que él, que nunca reprochó abiertamente a los suyos el estancamiento hasta otear el momio, intenta hacerlo ahora y buena falta hace que lo consiga, pero su arranque no es el mejor augurio para llegar analizando algunas de sus intervenciones, irreflexivas, de rayana frivolidad e impropias de quien aspira a serenar y relanzar el partido, y quizá a presidir el Gobierno cuando toque. Precipitarse, fruto de la improvisación o de frenesís para lograr notoriedad, suele dar malos resultados por mucho que le aplaudan sus afines, que no todos los de su cuerda. Aparte de su objetada conducta, también por los suyos, en Europa, el puyazo al presidente del Gobierno para que se retire y deje paso a una nueva generación no parece afortunada, sino más bien una irrespetuosa boutade de un politiquillo de tercera. Rajoy decidirá él su marcha, su partido o cuando no le voten, que para eso están las urnas.

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