"Fotografíar el paisaje es el pretexto de debate de la esencia fotográfica"

El fotógrafo Joan Fontcuberta estará en Custom Drinks de Chantada, donde impartirá el taller '12 Miradas::Riverside' este fin de semana. Explorará, junto a doce becados, la naturaleza rural de la zona y las posibilidades con las que captar con el objetivo este paisaje

Joan Fontcuberta. VANESSA MONTERO
photo_camera Joan Fontcuberta. VANESSA MONTERO

Hace tiempo que la fotografía empezó a verse como un medio subjetivo, por estar detrás un ser humano, más que como un medio solamente utilitario. Fontcuberta (Barcelona, 1955) ha explorado las posibilidades de expresión de este medio a lo largo de su carrera, tanto detrás del objetivo como en sus ensayos. También en la obra Poemas de alquimista (Galaxia Gutenberg, 2003), donde explora las posibilidades de la postfotografía. Aplicará esta visión en el taller que imparte el sábado y domingo en Chantada.

Con el proyecto '12 Miradas::Riverside' persiguen tres objetivos: Comunicar, conectar e innnovar. ¿Cómo va a adaptar el taller para alcanzar esos objetivos?
Primero participaré en una conferencia en A Coruña en la que voy a proponer una serie de imágenes que para mí han sido un paso determinante en la cultura audiovisual contemporánea. A partir de las consecuencias de esas fotografías, voy a proponer cómo representar la naturaleza, el paisaje y la realidad. Como parto del mundo de la fotografía, abocarme a la fotografía de la naturaleza es un pretexto para llegar a la naturaleza de la fotografía. El paisaje será, en el fondo, un pretexto para debatir la esencia que es la sustancia de la imagen fotográfica.

En Galicia se está produciendo una despoblación del rural. ¿Podría la fotografía poner en valor ese ámbito?
En principio, no me interesa la idea de buscar lo pintoresco a través de la imagen. En la historia del arte esta idea de idealizar la naturaleza me ha parecido un enmascaramiento de la propia realidad. Lo que me interesa es que la fotografía sea un agente activador de conciencias críticas y, en ese sentido, lo que propongo es mostrar la imagen del mundo rural en la que pondera cierta cultura popular, que se transmite desde internet, imágenes turísticas,... y ver de que manera podemos buscar alternativas.

"Me interesa que la fotografía sea un agente activador de conciencias críticas con respecto al mundo rural"

Usted quería realizar un diálogo personal con la naturaleza de la Ribeira Sacra. En este punto de su carrera, ¿qué necesita dialogar?
El diálogo es siempre enriquecedor. Me considero alguien dispuesto a aprender, de hecho la curiosidad es el horizonte de mi vida. Estoy dispuesto a incluir perspectivas nuevas, contenidos diferentes. No conozco la Ribeira Sacra y tengo mucha curiosidad por confrontarme a un paisaje que solo conozco a través de imágenes fotográficas y del cine. Me parece fascinante.

Explicaba que quiere realizar un análisis con una perspectiva postfotográfica de la naturaleza. ¿Cómo va a llevarlo a cabo?
La fotografía nació en el siglo XIX como herencia de la Revolución Industrial y de la cultura tecnocientífica. Ha ido evolucionando, dando cuenta de las necesidades que hemos tenido los humanos en relación con las imágenes. Estamos en el siglo XXI, ya no estamos tan sujetos a esa cultura tecnocientífica; por lo tanto, debemos preguntarnos qué tipo de imágenes responden a nuestras necesidades actuales. La respuesta es la postfotografía, unas imágenes que ya van cargadas con los valores de nuestro tiempo. En eso interviene una nueva cultura y una nueva tecnología —internet, redes sociales— que afectan el modo de ver la vida. Y la respuesta a todas estas circunstancias es la postfotografía

"El diálogo es siempre enriquecedor, me considero alguien dispuesto a aprender. La curiosidad es el horizonte de mi vida"

¿A que valores se refiere?
Por ejemplo, la globalización, la inmediatez, la idea de un presente en suspensión. La fotografía tiene mucho que ver con el patrimonio de una vivencia pasada. En cambio, hoy damos mucha más importancia al presente continuo, en suspensión, en el que estamos. Los selfies son síntomas de un tipo de valores como narcisismo, culto a nuestra propia imagen, de constituirnos como sujetos dentro de un momento en el tiempo y lugar. Esto constituyen cambios de valores que se produjeron en las últimas décadas.

De hecho usted en Poemas del alquimista también retrata el valor de lo breve. ¿Se podría ligar a este contexto de presente continuo?
Sí, esta postfotografía tiene muchos factores novedosos, y uno de ellos es la inmaterialidad. La imagen cada vez tiene menos cuerpo. Queda el alma, pero la sustancia corpórea tiende a volatilizarse, lo que permite su difusión e inmediatez. En aras de conseguir esas ventajas, tenemos que desapegarnos de la fotografía de soporte y este libro viene a ser una visión nostálgica de apegarse a los restos que todavía quedan de esa fotografía tal y como la conocimos.

Es autor de varios ensayos en los que realiza una visión crítica de la realidad. ¿Es debido a la subjetividad del medio?
La fotografía aparece como un instrumento que servía para intensificar nuestra forma de ver y dar más potencia a nuestra memoria. Es como una especie de prótesis que el ser humano utiliza para tener una potenciación de la memoria mayor. Eso en el fondo ha sido el mandato, pero el propio procedimiento contenía muchas otras posibilidades. Entiendo que la fotografía como sinónimo de vivencia era una proposición simplista, marcada por las líneas ideológicas y políticas del momento, pero que a medida que ha ido transcurriendo un tiempo, nos dimos cuenta de que la fotografía, como cualquier producto humano, puede estar sujeta a interpretación, subjetividad, punto de vista. Ya nadie se atreve a plantear la fotografía como una transcripción mecánica y objetivad de la realidad. Pero, para llegar a este punto, hubo que hacer mucha reflexión. Hoy en día es necesario una reflexión crítica con respecto a la veracidad a la que está sujeta la imagen.

"Los selfies son síntomas de valores como el narcisismo y culto a nuestra propia imagen"

Volviendo a Poemas del alquimista. Parte de una visión trágica de la existencia. ¿Por qué la tiene y con qué medios la combate?
Otras de las funciones pretenciosas de la fotografía era que detenía el tiempo y permitía la eternización de un momento. Nos hacíamos eternos con la fotografía, porque nuestras imágenes perdurarían más allá de nuestra muerte. Pero, al final, nos acabamos dando cuenta de que la fotografía también está sujeta a una biología: nacimiento, desarrollo y, finalmente, defunción. En el fondo, ese trabajo es como el tiempo en ese combate con la fotografía que intenta enconsetarla y que termina venciendo. Se venga haciendo que la fotografía también desaparezca, se desvanezca de ese estado congelado. Darse cuenta de eso, como fotógrafo, es un duro golpe a nuestras pretensiones de permanencia.

¿Y cómo sería la terapia para sanar esta realidad?
No hay terapia posible; es asumir la realidad de las cosas. No hay terapia ante la muerte. Se trata de mentalizarse, asumir y ser conscientes de nuestra propia finitud y ser conscientes de la finitud que rodea a la propia fotografía.

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