Llega un día en que tu foto del WhatsApp no tiene sentido, pierde vigencia. A tu vida llega alguien que lo tapa todo, incluso el paisaje que se ve detrás de tu cara en la foto del WhatsApp, que pasa a ser entonces una imagen de dos en la que no cabe nada más.
Llega entonces otro día en que la nueva foto del WhatsApp se convierte en vieja. Duele hasta verla de lo lejos que está en el tiempo. En tu vida no hay nadie más que tú y en la foto del WhatsApp aparece demasiada gente.
Llega pues otro día en que hay dar marcha atrás y borrar la foto del WhatsApp, andar por el mundo sin rostro, derrotado, sin ganas de dar explicaciones.
Hasta que llega otro día en que recuperas tu lugar en la foto del WhatsApp. De nuevo hay un paisaje por detrás; una playa, un bosque, un camino, una noche de fiesta... ¿Y delante? Delante está quien hizo la foto, que es quien debería estar a tu lado, ocupando un espacio que hace tiempo era de otra persona. ¿Y por qué no lo ocupa? Quizás sea aún pronto. ¿Para qué compartir la foto del WhatsApp si existe la posibilidad de quedarse solo otra vez con todo el mundo por testigo?
Llega entonces otro día en que tu foto del WhastApp no tiene sentido.
