Tristeza en Monterroso: "Sen a feira perdemos o inverno"

Solo las colas para pedir pulpo en el bar A Esmorga recuerdan la suspendida Feira de Santos
Cola en la pulpería A Esmorga. XESÚS PONTE
photo_camera Cola en la pulpería A Esmorga. XESÚS PONTE

"Sen a Feira de Santos non perdemos o mes, perdemos o inverno". Así definía Antonio Expósito, propietario del bar La Unión el ambiente dominical en Monterroso, radicalmente distinto al abarrote que se vive cada Feira do Santos, un evento que solo se suspendió en 1918, coincidiendo con la pandemia de la gripe, y este domingo, por la terrible plaga del coronavirus. Solo unas pocas mesas en la terraza estaban ocupadas en este establecimiento, situado en el entorno de la Cúpula, el epicentro de esta feria con más de 700 años de antigüedad.

"Expresade ben a nosa tristeza", era la petición de Carmen García, de la panadería Casa Coengo, que consideraba que el reparto de empanadas, tartas y asados fue incluso inferior a un domingo normal, pese a la surtida oferta del negocio. Aún así, cree que es un sacrificio obligado si redunda "no ben da saúde".

"Expresade ben a nosa tristeza" es la frase que refleja el ambiente de un Monterroso vacío

Monterroso era este domingo un pueblo herido. "Quen diría que podemos aparcar aquí", le comentaba un cliente a Carmen García. Lo habitual en la Feira dos Santos es estacionar en las afueras, en el polígono industrial.

En Casa Coengo, con la salvedad de un vecino de Palas que encargó una docena de codilllos la horno, vivían ayer un domingo incluso más bajo de lo normal, pese a que los clientes se lanzaban por los bizcochos, tartas y asados artesanales, eso sí, de uno en uno.

[Una clienta en Casa Coengo. XESÚS PONTE]

La precaución, en un municipio en alerta amarilla por el brote de Antas de Ulla, se palpaba en el ambiente, incluso en la cola de la más de una veintena de personas que aguardaba en la cola de la pulpería A Esmorga, casi el mismo número de comensales que había en su interior. "Repartimos polbo desde as once da mañá, pero o ambiente é distinto. O feirón é o feirón", recalcaba Plácido Pereira, propietario del local, mientras repartía entre cinco y siete raciones por solicitante. En su mayor parte eran vecinos de Monterroso que pretendían mantener viva la tradición ferial con la canónica degustación de pulpo, lo único que recordaba a la suspendida feria.

"Somos casi todos do pobo", concretó Luciano García Taboada en la cola de la pulpería, donde muchos llevaban una olla o un tupper para llevar el pulpo a casa. Otros, como Carlos Pacín, un emigrante que volvió de Suiza a la parroquia de San Cibrao de Pol tras jubilarse, cumplía con la tradición de comer el pulpo en buena compañía. "Antes viña de veraneo en agosto, pero desde que me xubilei non falto á Feira de Santos, aínda que só sexa para comer o polbo", aseguraba Pacín.

El ambiente de A Esmorga, aunque el comedor estaba semivacío, pese a los coches aparcados en las aceras del entorno, era un espejismo en un pueblo casi desierto como reflejo de la nueva normalidad. La Cúpula, el epicentro de la feria, estaba cerrada. Cuatro adolescentes merodeaban por el entorno en un domingo "tan aburrido como otro cualquiera en estos meses de confinamiento", afirmaba Steven Collado.

[La Cúpula, desierta. XESÚS PONTE]La Cúpula, desierta. XESÚS PONTE

La Guardia Civil de Tráfico advertía a los despistados, a la salida de Guntín, que la Feira de Santos estaba suspendida, para evitarles el viaje. Y apenas había despistados en Monterroso. Integrantes del servicio del GES patrullaban un pueblo vacío. "Máis que da feira, co pobo abarrotado de xente, temos que falar da feira que non se celebrou", comentaron Miguel Figueira y Miguel Calvo.

Solo el pulpo repartido en A Esmorga y la ilusión de los monterrosinos, que recordaron con pulpo, empanadas o tartas esta celebración, conmemoraron la histórica Feira de Santos. Al pueblo lo que es del pueblo.

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