Un estudio avala usar metadona en vez de morfina para tratar el dolor crónico

Se trata de un opioide no adictivo
Metadona. PIXABAY
photo_camera Metadona. PIXABAY

Administrar metadona en vez de morfina es un tratamiento farmacológico más adecuado en la lucha contra el dolor crónico por tratarse de un opioide no adictivo, según un estudio del Grupo de Investigación de Neurobiología Molecular de la Facultad de Biología y el Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (IBUB).

En el trabajo, que publica la revista Journal of Clinical Investigation, han participado los científicos Vicent Casadó, Estefanía Moreno y Verònica Casadó Anguera, y otros del Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED), de los Institutos Nacionales de Salud, de la Universidad de Maryland y del Hospital General de Massachusetts (EEUU).

La investigación ha descrito en modelos celulares y animales el mecanismo de acción molecular que produce los beneficios terapéuticos de la metadona para tratar el dolor crónico que sufren una de cada cinco personas en Europa.

Según los expertos, hay cerca de 50 millones de afectados por esta patología entre España, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, y en EE UU, entre 50 y 100 millones de personas sufren dolor continuo y la dependencia farmacológica de muchos afectados a los opiáceos ha generado una auténtica crisis de salud pública.

Los médicos explican que el dolor crónico responde bien a los opiáceos en un primer momento, pero a largo plazo el tratamiento fracasa, sobre todo por la tolerancia a los medicamentos prescritos y el riesgo de dependencia y adicción, por lo que los investigadores han trabajado en buscar alternativas terapéuticas que aprovechen la eficacia de los opiáceos y eviten la adicción.

El trabajo ha demostrado en ratones que la metadona provoca efectos más analgésicos que la morfina o el fenanilo, pero su capacidad para activar el sistema dopaminérgico adictivo es menor, lo que explica la mayor proporción de efectos analgésicos –y no eufóricos– de la administración de metadona. 

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