Enfrentarse al banquillo

La Adiencia de Palma mantiene la imputación de la infanta Cristina por dos delitos fiscales que, de no salvarla la llamada ‘doctrina Botín’, la pueden llevar al banquillo, y a las consecuencias de una petición de seis años de cárcel. La noticia a estas alturas, tras la abdicación de don Juan Carlos, no afectará a la imagen de la jefatura del Estado con Felipe VI. En el estado de profundo malestar por la corrupción que reflejan los sondeos, una noticia como esta presenta una vertiente positiva: el sistema, con sus fallos, funciona. La imputación por dos delitos a una hija del Rey es una muestra de un país y una sociedad libre. Otra cuestión, algo más que simbólica, es la decisión de renuncia a los derechos sucesorios por parte de la infanta Cristina. Le corresponde a ella, como dice la Casa del Rey. Se entendería probablemente como un buen servicio a la Corona.

Sentimientos

Lo que ahora es jornada de participación ciudadana en Cataluña, ya no es consulta, nada válido aportará. Sus resultados nada dirán. Puede ser una pacífica y simbólica válvula de escape para la alta presión que se ha alimentado desde los sentimientos.

Burrada

Desear o pedir un tiro en la cabeza para alguien corresponderá a los tribunales decir si es o no un delito. Sí es una auténtica burrada, por torpe y brutal. El concejal o militante popular que tal deseo formuló en las redes sociales para el líder de Podemos, Pablo Iglesias, necesita, al menos, un curso obligatorio de educación para la ciudadanía para aprender las reglas más elementales de la convivencia y practicar el respeto frente los demás.

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