José Julio Fernández: "El Dáesh quiere crear conflicto social. Habla de guerra civil"

Galicia, en un segundo plano pero con la alerta alta y Santiago bajo la lupa

La comunidad no tiene el perfil que busca el yihadismo, aunque la plaza del Obradoiro ofrece un objetivo reconocible a escala mundial ► La presencia de las fuerzas policiales y el compromiso de la comunidad musulmana rebajan la tensión potencial
La Policía patrulla permanentemente la plaza del Obradoiro
photo_camera La Policía patrulla permanentemente la plaza del Obradoiro

Vivimos tiempos agitados que, en el futuro próximo, seguirán siendo agitados. Los desequilibrios geopolíticos que se enquistan en el escenario internacional, la readaptación de la estrategia del Dáesh ante la pérdida de territorios en Siria e Irak, o la pervivencia de una nutrida base de islamistas radicalizados, entre otros factores, provoca que el terrorismo yihadista se consolide como un problema estructural en Europa que, probablemente, se prolongará durante las décadas venideras. Y Ga- licia no es ajena a esta situación.

Este es, al menos, el panorama que vislumbra el director del Centro de Estudios de Seguridad (Ceseg), José Julio Fernández, que advierte de que "cada semana" se producen intentos de atentado en alguna parte del mundo, por lo que "en España va a haber algún atentado más, eso es obvio". El responsable de este organismo dependiente de la Universidade de Santiago y el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional, señala en este sentido que Galicia comparte con el resto del país, sin distinción, el nivel 4 de alerta antiterrorista. Esto es, "alto".

Ahora bien, ¿es Galicia un punto sensible en el teatro de operaciones de la yihad? Mientras la Policía Nacional rehúsa proporcionar datos sobre operativos concretos, los expertos coinciden en que se encuadra dentro de un orden de objetivos secundarios. La razón es que la estrategia del terrorismo islamista, en especial la del Dáesh, experta en el manejo de los medios digitales, persigue siempre un resultado publicitario, dado que esa es la "muy efectiva" base desde la cual puede intimidar a la sociedad y reclutar combatientes como los "al menos 5.000" ciudadanos europeos ya captados. Por ponerlo en crudo, una imagen icónica, reconocible hasta en el último rincón del mundo, vale más incluso que un número elevado de muertos. Es bañar en sangre la postal. De ahí su preferencia por capitales internacionales como Londres, París o Barcelona, además del peligro potencial que se cierne sobre otras ciudades como Madrid y Roma, o hasta Córdoba o Ibiza.


La plaza del Obradoiro es el punto que más coincidiría con el terrorismo propagandístico del Dáesh


Siguiendo con este argumento, Fernández indica que, "en este contexto actual", el único "esfuerzo organizativo relevante" que ejecutaría una célula yihadista en Galicia apuntaría sin duda a la cabeza de su proyección en el exterior: la plaza del Obradoiro de Compostela, término del Camino de Santiago, hito religioso y receptor de millones de visitantes nacionales y extranjeros. Y, a menor escala, una repercusión semejante ofrecería la propia ruta jacobea, con la dificultad adicional de que, al ser un trazado de miles de kilómetros, es imposible de acotar y defender al completo. Con todo, la Guardia Civil efectúa desde hace meses controles constantes a lo largo del Camino, sobre todo en tramos donde se registran altas concentraciones de peregrinos.

"No veo que vayan a atentar en la marina de A Coruña, el puerto de Vigo, la muralla de Lugo o la catedral de Ourense", ejemplifica Fernández. Sea como fuere, dada la "heterogeneidad" y la "movilidad" de los muyahidines, y de las características de este terrorismo 'low cost', el director del Ceseg admite que "no es irrealizable" que un individuo radicalizado perpetre un atentado "donde pueda", similar al que cometieron los dos hombres que degollaron en julio de 2016 al párroco de Saint-Etienne-du-Rouvray, un pequeño pueblo normando.

De esta posibilidad se deriva la "actualización, refuerzo e intensificación" que anuncia la delegación del Gobierno respecto a los dispositivos de seguridad en fiestas multitudinarias como la de San Froilán en Lugo, en puntos urbanos propensos a las aglomeraciones o en las infraestructuras críticas y de transporte como aeropuertos o estaciones de tren. Estas tácticas están pautadas por el Ministerio de Interior y se desarrollan con el trabajo conjunto de la Guardia Civil y las policías Nacional y Local. Prevén el aumento de la presencia de efectivos y la instalación de medios físicos como bolardos.

POLICÍA Y SOCIEDAD. La fotografía de los agentes de uniforme en las calles es, por otro lado, una manera de contrarrestrar simbólicamente la propaganda terrorista del caos y el miedo, siempre y cuando "no se exceda la línea" con un despliegue exagerado que resulte contraproducente o, más todavía, pase a propiciar un objetivo apetitoso en sí mismo, como ocurre con las agresiones a unidades militares en Francia y Bélgica. Al respecto, Fernández aprecia que la visibilidad de las fuerzas de seguridad en Galicia es la "adecuada", si bien juzga que debería reforzarse la vigilancia en torno a la catedral de Compostela y en especial en sus accesos de cara a conseguir el necesario efecto disuasorio.

Pero la acción policial es tan solo un factor más en un conflicto que cabe enfocar desde múltiples ángulos. Los cimientos del problema, avisa Fernández, se hallan en la interpretación fundamentalista de la doctrina del Islam. No todos los radicales son yihadistas, pero todo yihadista es un radical. "Mientras no se elimine, este no se resuelve. Estará más intenso o menos intenso, pero va a tener siempre un semillero de reclutamiento de millones de personas", zanja, antes de abundar en que se trata de un proceso gregario que es imprescindible atajar "desde el principio", ya que el esfuerzo para el retorno a "la normalidad" de los islamistas intolerantes posee una tasa de éxito "mínima". Y este principio son los reclutadores.

"En el yihadismo no hay lobos solitarios; requiere de la interacción con una comunidad real o virtual", asegura. Aquí, el reclutador es el encargado de estimular el sentimiento de pertenencia y la presunta motivación existencial a sus discípulos. Fernández, que detalla que en Galicia no consta la presencia de reclutadores en activo, insiste en que el papel de las comunidades musulmanas es crucial para eliminar las influencias perniciosas desde una posición "comprometida con la democracia" y "colaborativa". En Galicia, "parece que esto es así", valora.

Aun así, Fernández no es optimista en cuanto a una solución cercana. Y las causas se vuelven en buena medida hacia la sociedad occidental. "No hemos logrado contrarrestar esa narrativa radical desde la democracia", sentencia.

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