En busca de cuevas por O Courel

Espeleólogos de la comarca, entre ellos el biólogo monfortino Guillermo Díaz, descubren dos largas galerías en Visuña ►En su primer acceso encontraron estalactitas concéntricas. Tras unos 90 metros no siguieron por estrecharse el paso
Parte del grupo, en una caverna
photo_camera Parte del grupo, en una caverna

La sierra de O Courel está totalmente repleta de cuevas, galerías y todo tipo de oquedades. Son cientos, según los expertos, los pasos subterráneos que hay diseminados por los montes, que en su mayor parte se descubren sin premeditación. Así le sucedió a un grupo de espeleólogos de la comarca, entre ellos el biólogo Guillermo Díaz Aira.

Sin pretenderlo, el pasado fin de semana descubrieron una nueva, con dos galerías paralelas que puede llegar a tener casi 90 metros de largo. Al final de ellas, hay un túnel después del que se presupone que todavía hay más cavidades. En una próxima incursión, intentarán adentrarse por el paso con una persona de poco grosor, porque en la primera, una chica, de unos 40 kilos, accedió. Echó un ojo, vio que continuaba la cueva y se retiró al no poder seguir dada al estrechez del paso. Necesitaría estar todavía más delgada.

«Íbamos en grupo por la parte de Visuña, hacia la famosa mina de Reibarba, cuando una persona vio un agujero en el suelo, entre la vegetación, de unos 40 centímetros, y nos dio por tirar una piedra. Sentimos que daba golpes y nos decidimos a entrar», relató Guillermo Díaz.

LLAMATIVA. Entre las características de la cueva, Díaz y sus compañeros no quiseron entrar en detalles, aunque sí revelaron que hay estalactitas concéntricas, a modo se setas colgadas del techo, y varias estalagmitas. No quieren decir más porque, para ellos, «lo más especial de la cueva es que es la primera que encontramos. Ahí es donde radica todo el valor. Siempre estuvimos de una en otra que ya habían visitado numerosas personas. Esta la vimos nosotros», añadió.

Lo más grande que le puede suceder a un espeleólogo, según cuentan los más avezados, es encontrar un paso, túnel o, lo máximo, «una de esas cuevas que quedan para la historia extractiva», contaba el lunes un vecino de O Courel, que casi todos los fines de semana se detiene a charla con algún senderista o espeleólogo.

Guillermo Díaz Aira lleva unos tres años empeñado en conocer todos los secretos de la espeleología. Por eso, con otras personas de la comarca de O Courel, Quiroga y Monforte, decidió unirse al club coruñés Troglobios, uno de los más reconocidos del noroeste peninsular. Después de varias incursiones como aficionados y de la mano de los grandes guías de la asociación, se decantaron por empezar a salir por su cuenta.

El biólogo monfortino y sus compañeros esperan hacer nuevas visitas para detallar la magnitud del hallazgo y para preservarlo

«Casi conocemos gran parte de todas las cuevas y cavernas, aunque son muchas y seguro que muchísimas más las que hay escondidas», asevera Guillermo Díaz, Lo dice con todas las letras porque si bien algunas se ocultaron poco a poco sus entradas por la vegetación, otras muchas las taparon la gentes que llevaba a pastar el ganado por montes donde estaban los llamados respiraderos. Unas, con hierros, y otras, con piedras, quedaban cubiertas para evitar la caída de los animales.

«En la nueva cueva, que todavía no sabemos cómo llamarla, no encontramos ningún obstáculo. Está en un sitio muy complicado y tal vez fuera por eso», puntualiza Guillermo Díaz.

Tanto este grupo como otros saben de historias de descubrimientos de cuevas en las que se encontraron cadáveres de perros de caza o incluso de vacas, así como de cabras. Ahí es donde Díaz hace una llamada de atención. «Hay agujeros por toda la sierra, por eso se debe ir con cuidado. Tampoco se puede entrar en una cueva señalizada sin permiso. Otra cosa es encontrarla», remarca.

Comentarios