Opinión

El vino como bien cultural

Los viticultores quieren saber cómo influirá en el sector declarar BIC el territorio


SE HA hecho esperar pero ya está aquí. Por fin, tras casi tres años de espera, la Dirección Xeral do Patrimonio dispone del documento necesario para la declaración de la Ribeira Sacra como bien de interés cultural (BIC) paisajístico, una figura de protección necesaria para aspirar a que la Unesco nos conceda el tan ansiado, por muchos que no todos, título de Patrimonio de la Humanidad.

En este proceso ha habido voces críticas hacia la Consellería de Cultura por la lentitud con la que llevaba el papeleo. No consideraban de recibo que se tardase tanto en elaborar la documentación para que la Ribeira Sacra, más concretamente 17.300 hectáreas de este territorio, fuese BIC. Argumentaban que existía un estudio realizado por las universidades gallegas bajo el amparo del Defensor do Pobo y de las diputaciones de Lugo y Ourense al que, más o menos, solo era necesario echarle un ojo y darle para adelante.

El caso es que hablando con unos y con otros resulta, según me han comentado, que ese informe era muy justito, que le faltaba empaque. Escuché que se aprovecharon de él unas cuentas cosas, no demasiadas, y que el resto fue un trabajo largo y riguroso llevado a cabo por técnicos dependientes de la Consellería de Cultura con el fin de disponer de un documento como Dios manda.


Si existe la Ribeira Sacra es gracias a la acción del hombre, algo que no podemos perder de vista, algo que debemos tener en cuenta


Y es que las cosas bien hechas bien parecen, máxime cuando se aspira a un título como el de bien mundial. No se puede acudir con un estudio-documento de esos de andar por casa y menos para declarar una zona como BIC, con las figuras de protección sobre el territorio que ello conlleva.

Si no pregúntenselo a los viticultores de la comarca. El presidente del consejo regulador de la denominación de origen, José Manuel Rodríguez, está ansioso por saber cómo afectará al sector del vino que la zona sea bien de interés cultural paisajístico.

Desde la Xunta de Galicia señalaron que la viticultura no se verá amenazada, que únicamente a la hora de abrir nuevos viñedos será necesario solicitar permisos, pero José Manuel Rodríguez prefiere ser cauto y no lanzar las campanas al vuelo en base a estas simples declaraciones. Quiere saber más, algo de lo que tendrá oportunidad el próximo día 29 si finalmente se concreta una reunión entre Patrimonio, las diputaciones de Lugo y Ourense, el consorcio de turismo y el consejo regulador de la denominación de origen para ver el documento y recibir explicaciones sobre lo recogido.

El sector vitivinícola es muy importante para esta comarca a nivel económico, pero también lo es a nivel paisajístico. ¿Qué sería de la Ribierra Sacra, o mejor dicho, qué sería la Ribeira Sacra sin esos viñedos en socalcos que llenan las laderas de las montañas entre las que discurren los ríos Sil y Miño? La respuesta es que este territorio ha sido cincelado a lo largo de cientos de años por sus vecinos, dándole este aspecto tan espectacular que se ve acompañado por las decenas de iglesias de estilo románico rural.

Si existe la Ribeira Sacra es gracias a la acción del hombre, algo que no podemos perder de vista, algo que debemos tener en cuenta, pues los viticultores vienen a ser como una especie de jardineros, son los que mantienen la espectacularidad del paisaje.

No sería de recibo que a partir de ahora, por el hecho de la declaración de BIC, dejasen de ser los verdaderos protagonistas de esta tierra.

Confío en que la viticultura seguirá ocupando un puesto destacado y que el sector no se verá costreñido con reglas absurdas, esas que pueden poner en peligro el futuro del sector.

No será necesario esperar mucho para conocer los detalles del documento preparado por Patrimonio y saber cómo influirá, tal y como he dicho antes, en un sector de tanta importancia para los que vivimos en el sur de la provincia.

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