¿El San Froilán en el San José?

si es injustificable que el parque Rosalía de Castro, uno de los principales bienes de Lugo, se vea arrasado por cientos de personas durante cada San Froilán, todavía será menos comprensible cuando finalice la mejora a la que está siendo sometido, probablemente una de las más importantes desde su construcción, en los años veinte del siglo pasado.

El debate sobre la conveniencia o no de trasladar el ferial a otro lugar se repite periódicamente, con sus partidarios y sus detractores, pero ahora es más necesario que nunca. Además, hay una circunstancia nueva que podría favorecer la mudanza y en la que algunos políticos ya han reparado: el traslado de los servicios del hospital San José al Lucus Augusti ha dejado espacio libre en su entorno que podría acoger parte de los puestos que ahora se instalan en el entorno del Parque, al menos hasta que se le dé nuevo uso al edificio.

Además, entre el hospital, el palacio de deportes y la Rúa Santiago hay terrenos que en este momento no tienen ningún uso y al que podrían ir las barracas que no tuvieran espacio al otro lado del pabellón, donde ya se instalan ahora las grandes atracciones. Parte de ellos son privados, por lo que habría que negociar, pero se supone que buscar soluciones a los problemas es una de las funciones de los gobernantes.

Esta sería, seguramente, la mudanza más sencilla y eficaz. El ferial seguiría al lado de las casetas del pulpo y sólo habría que caminar unos metros más para llegar a él. Y digo yo que si la gente se mete en atascos de varios kilómetros para ir a un centro comercial de A Coruña, bien podrá emplear unos minutos en desplazarse al hipotético escenario festivo.

Porque, en unos meses, el Parque contará con una cafetería a la altura del lugar -pueden ser discutibles los cerca de 700.000 euros que costará, no la necesidad de un espacio alternativo al que había-, pero la intervención que se está llevando a cabo es mucho más que eso. Se está devolviendo la majestuosidad original a la entrada y realizando un lavado de cara general: monumentos, fuentes, templete, balaustrada, bancos, escaleras... Además, se talarán los árboles enfermos y se plantarán nuevos ejemplares, aunque para lo último todavía no hay fecha. Porque todo hay que decirlo: sin el tan alabado por unos como denostado por otros Plan E, probablemente hubiéramos tardado mucho tiempo en ver todas estas mejoras.

La cuestión, ahora, es si los políticos lucenses se atreven a dar el paso. En las próximas semanas tienen una ocasión perfecta de pronunciarse sobre lo que quieren para el tercer bien más valorado por los lucenses, tras la muralla y la catedral. Y al menos uno, no sólo tendrá la oportunidad de decirlo sino de hacerlo.

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