Opinión

El que menos ensucia

EL INFORME de la OCU que ha situado a Lugo como la ciudad menos limpia de Galicia y una de las más sucias de España no ha gustado nada. Ni a los residentes, porque a nadie le agrada que lo señalen con el dedo por marranote, ni mucho menos al gobierno municipal, que hace poco tiempo presumía de la Escoba de Plata conseguida por lo aseadas que mantenían los servicios de limpieza municipal las calles de la capital. Además, un diagnóstico tan negativo escuece especialmente en plena precampaña electoral, cuando los candidatos a la alcaldía están metidos en faena y tratan de convencer a los administrados de que la suya es, sin duda, la mejor opción para mantener el lugar en el que viven en perfectísimo estado de revista. El Partido Popular no tardó ni un suspiro en culpar de todo a Orozco. Lo acusó de «ser incapaz de velar por los intereses de los lucenses y de ejercer un mínimo control sobre la empresa concesionaria del servicio de recogida de basura». No se puede negar que, sin duda, tiene parte de responsabilidad en todo este asunto. En cualquier caso, sería muy injusto atribuirle todo el mérito de las cerdadas que cualquiera puede apreciar, prácticamente todos los días del año, en los lugares más insospechados del casco urbano.

Cada cuatro años, la OCU realiza una evaluación de la limpieza de las ciudades. En general, el resultado de ese informe revela que nuestro país está hoy bastante más desaseado que en 2011. De hecho, la nota media baja en cuatro puntos. Queda como consuelo pensar que, al menos en esta ocasión, al hablar de mugre e inmundicia, no tenemos que referirnos a la mierda o al olor a podrido que desprende la indecencia de la corrupción política y de los escándalos fiscales. Se trata de algo más rústico y, probablemente, menos molesto. Aunque también fastidie lo suyo.

Los lucenses nos hemos acostumbrado a ir esquivando cagadas de perro por las calles

Con independencia de que muchos no respetemos siempre el horario establecido para dejar la basura en los contenedores o incluso a pesar de algunas cochinadas que todos habremos visto en alguna ocasión en plena calle, como a un tipo vaciando en la acera el cenicero atestado de colillas de su coche, parece que una de las circunstancias más incómodas para los viandantes, y que peor imagen genera, son las deposiciones de los chuchos. Hay que esquivar cagadas por todas las vías de esta ciudad, incluso por el adarve de la Muralla, todo un monumento Patrimonio de la Humanidad. Resulta fastidioso tener que caminar por el casco urbano con la obligación de mirar al suelo con cierta atención. Cualquier descuido puede suponer que metamos la patita en los excrementos que los dueños de las mascotas no se molestan en recoger. La culpa no es de los perros. Como ya dije en alguna ocasión, son los cerdos de ciudad los que deberían avergonzarse de su incívico comportamiento. También el Ayuntamiento tiene su parte de responsabilidad. Las multas por este tipo de conductas son testimoniales. Si se aplicase la misma diligencia que exhiben los vigilantes de la ORA a controlar esta falta de urbanidad, otro gallo cantaría.

El portavoz del gobierno local explica ahora, a menos de un mes para las elecciones, que se está estudiando la posibilidad de realizar pruebas de ADN para localizar a los propietarios que no recogen las deposiciones de sus perros. Habría que modificar la ordenanza municipal para que el microchip de identificación incluyese la huella genética de los animales. Cada análisis, costaría en torno a unos treinta euros. Todo bastante complicado. Hay formas más sencillas de imponer un cierto orden. Basta con acercarse a cualquier zona verde de la ciudad para ver como muchos dueños incumplen la normativa y dejan libres a sus mascotas. Allí defecan y orinan, en el mismo sitio donde juegan después niños pequeños. Y nadie hace nada, absolutamente nada. Luis Álvarez opina que, diga lo diga la OCU, Lugo «es, fue y seguirá siendo una de las ciudades más limpias de España».

Puede ser, pero al final es una verdad como un templo gótico que «no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia».

Una tercera vía

La ventaja que ofrece al redactor un artículo de opinión frente a una noticia es, precisamente, la posibilidad de opinar. Parece que el debate sobre el candidato del PP a la presidencia de la Diputación ha quedado aparcado. La versión oficial es que no se moverá una paja hasta después de los comicios. Como dice la canción, «lo dudo». Los nombres conocidos son los de Elena Candia y Raquel Arias. Algunos pensamos que hay una tercera vía. Varón, diputado autonómico y exalcalde. Un tipo de consenso, apreciado por sus compañeros y bien visto en el partido. Dependerá del resultado de las urnas.

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