El negocio de la pachanga

Galicia es un mundo distinto. Sus poblaciones no entienden un verano sin verbenas, pero estas no atraviesan sus mejores momentos. La crisis también está pasando factura a las orquestas, que se han visto obligadas a rebajar un caché que antaño les permitía vivir de la música. Y en medio de este panorama resurgen los dúos y tríos musicales, que se adaptan mejor a los cada vez más reducidos presupuestos de las fiestas.

«El mal de las orquestas es el bien de los grupos musicales más pequeños. Hacemos una labor de buitres carroñeros, aunque también es verdad que la situación no la hemos provocado nosotros», asegura Mario Gómez, voz, guitarra y percusión del trío Vivarium, de Viveiro.

Esta formación musical tiene dos años de vida. Sus integrantes contaban con una amplia experiencia en diferentes orquestas cuando decidieron unirse. La crisis los obligó a barajar nuevas opciones con las que adaptarse mejor a los tiempos que corren. «Los avances en robótica nos permiten competir perfectamente con la oferta de grupos con más de componentes», asegura Mario.

En lo que va de año, han hecho unas 46 actuaciones y esperan cerrar el 2012 con 70 galas, pues en los meses de julio y agosto ya no tienen ni un fin de semana libre (la temporada alta empieza en mayo y se prolonga hasta septiembre). «En la época estival, el caché se llega a duplicar e incluso a triplicar con respecto al resto del año», señala Mario. Así, la formación puede cobrar entre 800 y 1.500 euros en julio y agosto, respectivamente, frente a los 300 del resto del año.

Pese a ello, Mario reconoce que en los últimos años las cosas han cambiado: «Antes las comisiones de fiestas nos llamaban con varios meses de antelación y hoy casi es de un día para otro». Antaño, en el contrato también iba incluida la pensión completa y ahora las formaciones tienen que buscarse la vida. La mayoría pasan la noche en la carretera, en ruta hacia su próximo destino.

UNA FORMACIÓN HEREDADA

Manuel Castiñeira encabeza la orquesta Venezia. Conoce a la perfección el entramado de las verbenas, ya que su padre fue el artífice de la conocida Max 2000, el germen de la que ahora ostenta el nombre de la popular ciudad italiana.

Padre e hijo forman un tándem perfecto y aunque llevan la música en las venas, reconocen que hoy en día no se puede vivir de esto. «Antes éramos máis selectivos á hora de coller actuacións e agora hai que contratar o que veña, dentro duns mínimos», reconocen. El caché de esta orquesta oscila entre los 2.000 y los 11.000 euros por gala, dependiendo de la fecha. Menos de lo que podría parecer, ya que los ingresos se reparten entre sus 14 miembros.

Para este verano ya tienen contratadas once fechas. La cosa marcha lenta, pero esperan poder conseguir otras cinco o seis más. «Temos unha axencia que se encarga de todo esto, para nós centrarnos en dalo todo nas actuacións», dice.

Manuel afirma que la suya es una vida dura, aunque al mismo tiempo se siente un privilegiado. Los fines de semana se pasan el día en autobús, recorriendo Galicia. El personal de montaje va por delante, para tener el escenario a punto. A continuación llegan los músicos, que deben hacer las pertinente pruebas de sonido. «As veces tocamos ata as cinco da mañá. Despois, dous horas máis para recoller e volta a subir ao autobús ata o seguinte destino», explica este vecino de Friol.

El problema, para Manuel, reside en que mucha gente ha visto en este sector una salida a la crisis. «É verdade que cada ano desaparecen moitas orquestras, pero xurden outras tantas, que aproveitan os meses de verán para facer o seu agosto. Isto é o que nos prexudica aos que nos dedicamos todo o ano a esto», se lamenta.

AMPLIA EXPERIENCIA

José López también lleva toda su vida entre orquestas. Ahora está probando suerte en una nueva formación que tan solo tiene unos meses de vida: Os Breogáns. La forman doce músicos de Galicia y Venezuela y, aunque todavía se están dando a conocer, ya tienen contratadas siete galas. «Estamos haciendo de tripas corazón y actuamos casi a precio de coste -dice-. Un viernes podemos llegar a cobrar hasta 1.500 euros, mientras que el sábado o domingo el caché sube a 5.000». En días clave, como el 25 de julio o el 15 de agosto, los precios alcanzan los 7.000 euros.

Todos los miembros de esta formación tienen un segundo empleo y sacrifican sus vacaciones y días libres para dedicarse a lo que más les gusta: la música. «Salvo las orquestas de primera fila, los demás tenemos que agarrarnos a otras cosas».

Para Os Breogáns, la puesta en escena es su principal tarjeta de presentación. Cuidan al máximo cualquier detalle porque entienden que es el reflejo del trabajo de todo un año. Detrás de lo que se ve sobre el escenario hay todo un entramado que implica coordinar a doce personas. «A veces surgen pequeñas tensiones que hay que ir toreando, pero al final todo marcha bien», reconoce José.

En la otra cara de la moneda están los fans. Seguidores incondicionales que los siguen allá donde vayan. «Es verdad que la crisis también afectó en este sentido, pero nosotros desde el escenario nos damos cuenta de que hay gente que está en todas nuestras actuaciones», explica.

IDAS Y VENIDAS

El ‘baile’ de músicos de una orquesta a otra es una constante. El grupo Asiria es un claro ejemplo de este fenómeno. Hace dos años que surgía este nueva formación, en la que sus componentes, con una amplia experiencia a sus espaldas, decidían probar suerte por su cuenta en un momento muy complicado, debido a la crisis.

Contratar a este grupo tiene un precio de salida de 1.800 euros, aunque en fechas claves de los meses de julio y agosto pueden llegar a ingresar hasta 6.000 euros por gala. «También depende mucho de donde te contraten. Nos pagan mejor fuera de Galicia y, de hecho, nos llaman de Asturias, Zamora, Salamanca, Ávila...», cuenta la cantante de la formación, Vanesa Lence.

Hasta el momento, el grupo ha ido capeando el temporal, pero este verano la situación se ha agravado. «Estos años atrás hemos estado trabajando con agencias que se encargaban de buscarnos las galas y nos fueron saliendo contratos. Este años estamos por libre y la cosa está un poco floja», se lamenta Vanesa. Sin embargo, es optimista y espera cerrar la temporada estival con, al menos, 30 galas.

Hasta hace poco, la mayoría de los miembros de esta formación musical sobrevivían con este trabajo, pero la reducción del número de galas los ha obligado a buscarse un segundo empleo. «Durante el invierno nos dedicamos a ensayar, cosa que en verano ya no hacemos, a no ser que salga algún tema nuevo y queramos introducirlo en nuestro repertorio», explica Vanesa.

Asiria cuenta con un grupo de fans muy fieles que los sigue allí donde van. «Nos cuidan mucho e incluso nos hacen bizcochos para endulzarnos cada gala. Son pocos pero muy bien avenidos», concluye Vanesa, refiriéndose a la cara amable de su trabajo.

Algunas de las cifras que se mueven

El mercado de las orquestas mueve más de 25 millones de euros cada año y da empleo a 4.000 personas, según el estudio ‘Do palco ao escenario’ de la USC.

Grupos

Un total de 295 grupos y orquestas de Galicia y 25 formaciones de fuera de la comunidad actuaron en las fiestas patronales en 2010. Sin embargo, quien se lleva la palma en cuanto a importancia y facturación son Panorama y París de Noia, que tienen un caché de hasta 18.000 euros por actuación en temporada alta.

Fiestas

Galicia tiene 315 ayuntamientos y, en total, se celebraron 2.387 fiestas con verbena y otras 5.473 actuaciones.

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