No sé los fines de año que me tocará vivir, sí los que he vivido y que no habrá ninguno más impactante que el del 1987, el de Sabrina. No voy a entrar en detalles. Ha pasado tanto tiempo que uno hasta se arrepiente de lo poco que pensaba con el cerebro por entonces, pero bueno, supongo que es ley de vida. Ahora no se le puede explicar a un chaval, que en su 1987 seguro que ha buceado hasta las esquinas más oscuras de internet, lo que supuso Sabrina para los que nos estrenamos en el fútbol con un Mundial en España, con un guantazo en la cara. Llegó después el de México, en el que vimos a Maradona regatear a tanto inglés, y al año pasado apareció ella, en un tramo de vida en el que hay cosas que jamás se olvidan. Me gustaría contarles que a los 14 años estaba releyendo La Regenta; pero no, estaba sentado delante de le tele viendo el especial de Fin de Año y pensando en que en el Mundial 90 podría cambiar la suerte de la selección. No fue así, volvimos a caer en octavos cuando Sabrina ya había pasado de moda. Hoy, tan lejos de 1987, leo con desconcierto que unos sevillanos han creado un equipo de fútbol llamado Societá Sportiva Sabrina Salerno. Seguro que ellos también tienen fresco todavía el guantazo del Mundial 82.
