Opinión

El duelo

QUIENES ACUSABAN a Pedro Sánchez de invisibilidad se están hartando de verle. Aún no sabemos si para bien o para mal. Esperemos a la tarde del viernes, cuando se votará la moción de censura presentada contra Rajoy y debatida desde la mañana del jueves. Un duelo a muerte (política, claro) entre el presidente y el aspirante. De esa votación puede salir el salto a la fama del líder socialista o su prematura defunción política. Depende de que al menos 176 diputados del Congreso compartan su diagnóstico de la España enferma por culpa de la corrupción en el PP. O de que al menos ese mismo número de diputados lo tomen por un oportunista o un irresponsable.La iniciativa es objetivamente un factor de inestabilidad. Así lo entendieron los mercados, que han reaccionado a la baja tras haber celebrado la fumata blanca de unos PGE que ahora están en el Senado, donde el PP podría reventarlos si cae el Gobierno antes de salir de la Cámara Alta. Las espadas están en alto. El desenlace puede ser cualquiera de estos tres. Uno, que Sánchez gane y se instale en Moncloa. Dos, que pierda pero saliendo a hombros reforzado como alternativa ante las próximas elecciones generales. Y tres, que además de no captar los necesarios 176 votos, sufra un revolcón frente a un adversario parlamentario tan potente como Rajoy. La pregunta es si el candidato será capaz de quebrar el frente presupuestario. Chocará con las aspiraciones de Ciudadanos, cuyas expectativas electorales siguen creciendo. Y no parece que Albert Rivera esté por la labor de alfombrar el atajo elegido por Sánchez para presidir el Gobierno. Y en cuanto al PNV, no puede jugarse de la noche a la mañana lo conseguido a cambio de su apoyo a unos PGE cuya aprobación definitiva aún depende del PP. Lógico que quiera eludir el riesgo de que sus nutritivas enmiendas sean tumbadas por el partido de Rajoy en el Senado. Me sorprendería que el PNV apostase al tiempo por la estabilidad (PGE), equivalente a una cuestión de confianza ganada por Rajoy, y la incertidumbre (caída del Gobierno. Además, ha decaído el 155 en Cataluña y eso borra el hasta ahora principal motivo de castigo a Rajoy. Los motivos de Sánchez para zarandear ese estado de estabilidad, divino tesoro, fraguado sobre la complicidad de los gobiernos central (Rajoy) y vasco (Urkullu) se encuentran en una sentencia de la AN que clavetea las archisabidas vinculaciones del PP con la corrupción.Pero la sorpresa por la presentación de la moción de censura es que ésta se haya producido cuando los ciudadanos tenían demasiado fresca la caracterización del líder socialista como "hombre de Estado" que marchaba del brazo del Gobierno frente al formidable reto desestabilizador del separatismo catalán. 

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