El deportista total

El nuevo breoganista Dago Peña es un portento en varias disciplinas, aunque finalmente se decidió por el baloncesto
Dago Peña. TWITTER (Dago_Pena)
photo_camera Dago Peña. TWITTER (Dago_Pena)

La contratación del alero Dago Peña por el Leche Río Breogán no ha pasado desapercibido en el mundo del baloncesto y mucho menos en el que se circunscribe a la LEB Oro. El dominicano está llamado a ser una de las grandes referencias de una competición que ya dominó hace tres años.

Pero detrás de la amplia trayectoria del nuevo jugador breoganista en el baloncesto internacional –experiencias en la Universidad de Marshall, en Estados Unidos, Uruguay, República Dominicana, Colombia, Argentina, Venezuela, España y Lituania– hay una interesante historia de un joven absolutamente dotado para todos los deportes, pero al que le pudo la pasión por el baloncesto. Por eso, rechazó en la adolescencia una millonaria oferta para dedicarse al béisbol. Aunque su carrera también se vio mediatizada por las circunstancias familiares y su propia formación académica.

En un reportaje publicado por la web Kia en Zona en octubre de 2016, y reeditado tras su fichaje por el club lucense, el jugador relata las dificultades económicas por las que pasó su familia. "De mi infancia recuerdo que muchas veces para ir a entrenar caminaba 10 o 15 kilómetros, mis padres no podrían acercarme a que me entrenara y me tenía que buscar la vida", dice. El citado reportaje refiere que Peña era un chico superdotado para los deportes: "parecía que jugase a lo que jugase sería el mejor, era capaz de ponerse las botas de fútbol y meter muchos goles, jugar al béisbol y lanzar más fuerte que nadie... era bueno también en el ajedrez". Y esto fue lo que le permitió, con apenas 14 años, recibir una beca de uno de los mejores colegios dominicanos, donde se formó.

NO AL BÉISBOL. Dos años más tarde, aún en edad colegial, tuvo una oferta de 300.000 dólares para viajar a Estados Unidos para jugar con los Colorado Rockies. Peña no lo dudó, rechazó la oferta, lo que propició que su padre, sin entender las razones, estuviera dos semanas sin hablarle. Peña explica los motivos: "La rechacé y fue algo que no entendió mi padre entonces... era mucho dinero, pero le tuve que confesar que a mí realmente el béisbol no era lo que me gustaba, jugaba porque se me daba bien y nada más, a mí lo que me motivaba era ser jugador de baloncesto". Sin embargo, esta no fue la única razón para rechazar tan tentadora oferta. Peña no estaba dispuesto a dejar sus estudios: "si me hubiera dedicado exclusivamente con 16 años al béisbol habría tenido que dejar mis estudios. Uno no es deportista profesional toda su vida, es cierto que hubiera ganado muchísimo dinero que me hubiera venido genial para ayudar a mi familia pero yo pensé que era lo mejor para mí a la larga. Si me hubiera lesionado habría tenido problemas económicos. Por eso aposté por lo que me gustaba, trabajé para ser mejor que pude y seguí estudiando".

Una beca le llevó posteriormente a Estados Unidos, donde se graduó en negocios internacionales. Y de inmediato su objetivo fue iniciar su carrera profesional en Europa, pero una enfermedad impidió que su madre pudiese seguir trabajando y a Peña no le quedó más remedio que encargarse económicamente de su familia. Tuvo que dar prioridad al aspecto económico porque pudo haber recalado en el baloncesto español mucho antes de llegar a A Coruña. "Pero tenía que cuidar de los míos y tuve una oferta en Suramérica donde me ofrecían el triple. Y la cogí", dice.

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