El 'alcalde' de A Piringalla

Primo García Rodríguez lleva casi 64 años viviendo en A Piringalla, donde participó activamente en las gestiones vecinales para lograr mejoras en el barrio, entre ellas el saneamiento y asfaltado de la Rúa Mar Cantábrico, donde reside.

es uno de los pocos testigos directos que quedan de la expansión del barrio de A Piringalla, donde reside desde 1948, cuando apenas había una docena de casas. Primo García Rodríguez recuerda que entonces la zona era una «un conxunto de leiras con patacas e hortas». Este anciano, de 89 años, construyó su vivienda en la Rúa Mar Cantábrico, «que era un camiño polo que dificilmente se transitaba». Para desplazarse al centro de Lugo, por caminos embarrados en época invernal, «íamos andando subidos ao canle da auga».

Primo García se asoma a una de las ventanas del salón de su vivienda para indicar donde se encontraba la casa de O Piringallo. El solar está ocupado ahora por un edificio en obras. O Piringallo tenía fonda, estanco y una amplia finca. Era habitual que los ganaderos que acudían desde la zona de Friol a la feria a Lugo hicieron allí un alto y atasen allí sus caballos y burros, que hacían gala de sus atributos sexuales, su ‘piringalla’. De ahí salió el nombre del barrio, según la tradición popular, aunque este veterano e implicado vecino pone en duda que sea ése el origen del topónimo.

Al hablar de Manuel Meilán, O Piringallo, Primo García subraya que era «un home de xenio, moi bragado. Unha vez chegaron un avogado co xuíz e oficiais xudiciais para cambiarlle os lindes da finca. Cando remataron díxolle ao xuíz que dentro de quince días xa os quitarás de onde os puxeches. Enfrontouse sen medo, en plena dictadura. Eu sempre me entendín ben con el. Tiña palabra. Dicía unha cousa é non daba marcha atrás».

Otro de los hombres de los que guarda un especial recuerdo Primo García es de Manuel Ríos, propietario de Bodegas Bouza, un establecimiento emblemático donde se vendía vino de barrica. El negocio abrió en 1948 y Primo recuerda que el último día de ese año «entrei alí ás dez da noite de Noitevella e saín ás dez da mañá de Anninovo». Habla de Manuel Ríos como «unha persoa dialogante e con bo ollo para os negocios. Tamén vendía xamóns».

Este anciano se casó en 1947 y llegó a A Piringalla el 12 de octubre de 1948, pero ya conocía la zona desde la época de la República, «pois tiña familia aquí e viña sempre a Lugo polo San Froilán». Después de comprar el solar, encargó el proyecto de su vivienda, «sen saber aínda como pagaría as obras», que ejecutó en varias fases. El barrio se fue llenando de casitas hechas con ladrillo de pandereta. La gente se asentó en la zona, ocupada en parte por el Monte Cruceiro, una finca comunal donde hacían prácticas los reclutas del cuartel de San Fernando. Las calles Rúa das Fontes, Rúa Mazaira, Rei Chiquito y Santo Grial «eran camiños de carro», recuerda este hombre que sigue vinculado al movimiento vecinal, como vicepresidente de la asociación ‘Ánxel Fole’. En otros tiempos era conocido como el ‘alcalde’ de A Piringalla, aunque él comenta que «só me preocupei de axudar aos veciños. Gastei moitos cartos en facer trámites, pero conseguín cousas», precisa.

A finales de los años cuarenta, el barrio no tenía agua ni saneamiento. La construcción de este último en Mar Cantábrico se debe a la iniciativa de Primo García, que todavía conserva los planos de la actuación. Recogió firmas para que se ampliase este servicio desde Camiño Real, con el compromiso de que los vecinos beneficiados sufragarían esa parte de la obra con contribuciones especiales. Corría el año 1962 y José García Siso ocupaba la alcaldía de Lugo. «Fun a velo porque había xente que se opoñía á obra e quería que a zona se mantivera como zona rústica, porque tiña propiedades. Ao final conseguimos o noso obxectivo. Cada un de nós pagamos 2.000 pesetas polo entronque e rematamos coa cheirume», manifiesta.

El barrio dio otro salto cualitativo durante la etapa de Novo Freire a la alcaldía. Fue cuando se asfaltó Mar Cantábrico y otras calles situadas entre ésta y la avenida de A Coruña. «Xa tiñamos avanzadas as negociacións para asfaltar Mar Cantábrico en 1974, pero os políticos non puxeron interés. Deron presupostos baixos e os contratistas non colleron a obra. En 1982 pedínlle a Novo Freire que puxera un prezo que lle interesase ás empresas», comenta. El día de la inauguración del vial hubo una gran fiesta en plena calle, con una barrica de vino de cien litros, chorizo y lacón. Catorce mujeres se encargaron de preparar las viandas.

Los asfaltados y las mejoras en el alumbrado ejecutadas en los años 80 sentaron las bases de la expansión urbanística en los 90, precisa Primo García, un hombre que estuvo «en todos os fregados».

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