El Concello de Lugo aspira a que el humedal de As Gándaras sea declarado Espacio Natural de Interés Local (Enil) por la Xunta, un título que aumentaría el grado de protección y justificaría el destino de más recursos a un espacio que, a pesar de estar entre dos polígonos industriales y de haber sufrido la presión de estos y de otras acciones humanas, todavía conserva un gran valor. Alberga tres hábitats de interés prioritario (bosques aluviales de alisos y fresnos, robledales galaico-portugueses y prados de siega de baja altitud), está dentro de la Reserva da Biosfera Terras do Miño y se detectó la presencia de 36 especies de animales (28 protegidas) y de 120 de flora de 40 familias.
En el humedal de As Gándaras están algunas de las fuentes —hay más— del Rato, lo que permite que una gran parte de la superficie esté permanentemente inundada, con más o menos agua, en función de la época.
En el pasado, los vecinos hacían distintos aprovechamientos de este enclave, como la pesca de anguilas y otros peces, la corta de leña para el fuego, el pastoreo, la caza y la recolección de frutos silvestres, todo ello con mucho cuidado porque había partas arenosas, según recuerdan los vecinos. De hecho, en algunos momentos entre 1982 y 2006, cuando la superficie estuvo preservada de cualquier actividad que pudiera afectar a la instalación militar que había en la zona (el Polvorín de As Gándaras de Piñeiro), llegó a haber una pequeña industria arenera. Con el tiempo, los huecos se fueron colmatando de forma natural, en parte debido al polvo que se desprendía al lavar la arena.
En alguna época se extrajo arena de esta zona húmeda y con el tiempo los huecos se fueron colmatando de forma natural
Los militares dedicaron parte de la zona a uso agrícola (cultivo de cereal) y ganadero (rebaños de cabras) para su abastecimiento. Y al estar prohibida la caza, llegó a haber una gran población de conejos, recuerdan los vecinos.
La protección de la zona fue suprimida en 2006 y a partir de entonces comenzó una transformación acelerada del paisaje debido fundamentalmente al desarrollo de los polígonos de O Ceao y de As Gándaras, que arrebataron superficie al humedal y al bosque de ribera hasta dejarlo en un pequeño espacio que, por su reducida anchura, tiene un alto grado de fragilidad, explica el catedrático Antonio Rigueiro, que coordinó el trabajo realizado para solicitar la declaración como Enil.
DETERIORO. El abandono que sufrió este humedal en los últimos años favoreció, por ejemplo, la presencia de especies invasoras, que fueron retiradas por el Concello y por voluntarios, al igual que varios vertederos incontrolados.
Sin embargo, muestra de la gran riqueza que aún alberga esta zona es que en ella habitan, o la usan, muchos animales comunes (salamandras, palomas, gorriones, estorninos, zorros, corzos, ratas, murciélagos, musarañas, lagartijas...), pero también muchas especies con distintos grados de protección, como varios tipos de anfibios, aves (milano negro, halcón peregrino, petirrojo, acentor...) y reptiles, como la culebra lisa europea o el lagarto verdinegro. Excrementos, nidos, daños en especies (como las que hacen los corzos con sus cuernos en los árboles jóvenes) y madrigueras son rastros de esa presencia.
Toda esta fauna habita entre una vegetación que no desmerece. La cubierta arbórea está dominada por especies habituales de zonas húmedas (sauces, abedules, alisos...), pero hay mucha variedad y el sotobosque y el estrato herbáceo también son muy diversos, con acebo, helechos, enredaderas, brezo y juncales, por ejemplo. El humedal tiene, además, otras funciones, como la de captar emisiones contaminantes en una zona que está rodeada de empresas y de vías de comunicación.