79-71. El Leche Río Breogán supera al Ourense y sigue en lo alto de la LEB

El cuadro lucense sufrió en un duelo que tenía muy controlado
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photo_camera Los jugadores del Breogán celebran el triunfo. VICTORIA RODRÍGUEZ

El tercer triunfo consecutivo del Leche Río Breogán, este sábado ante el Ibereólica Renovables Ourense (79-71) y la derrota sufrida por el Valladolid en la cancha del Oviedo (que con cuatro partidos disputados sólo cedió ante el conjunto lucense) dejan a los de Diego Epifanio como líderes en solitario del grupo A de la LEB Oro.

El equipo lucense ganó este sábado un encuentro que tuvo totalmente controlado (52-30) en el minuto 25, pero que no supo, o no pudo, rematar para terminar sufriendo ya que el rival llegó a situarse a solo cinco puntos (68-63) a falta de tres minutos para el final. En ese momento surgió el capitán Salva Arco para anotar una canasta triple que sin embargo tendría una contestación casi inmediata ya que primero una canasta del portugués Diogo Brito y un tiro libre de Arkeem Joseph dejaban las cosas prácticamente igual un minuto después (71-66).

Ahora fue el turno de Sergi Quintela primero asumiendo la responsabilidad para anotar una canasta triple y después para provocar, en la siguiente posesión, una falta de ataque que prácticamente aseguraba el partido para su equipo aunque el Ourense luchó hasta el final. Con solo 16 segundos para la conclusión, Mikel Uriz anotó una canasta para dejar el marcador en 76-71. Increíblemente, el Ourense no hizo falta en el saque del conjunto local, a pesar de disponer dos o tres claras oportunidades para hacerla, que mantuvo el balón para terminar con una canasta y adicional de Mindaugas Kacinas.

De todas formas, el partido tuvo mucho más de lo que fue el desenlace final. El Breogán protagonizó un muy buen inicio de partido. El primer cuarto admite pocos peros al juego de los de Diego Epifanio y casi se podría ampliar la buena nota hasta el minuto 25 de partido al que llegaron amasando una ventaja de 22 puntos (52-30).

Hasta ese momento el conjunto lucense fue tremendamente superior a su rival. Buen trabajo defensivo, con ayudas rápidas en especial sobre los hombres fundamentales del rival. Adonys Henríquez, el máximo anotador del Ourense, se fue al descanso con solo dos puntos anotados y aburrido de chocar una y otra vez con la defensa local. Primero Mou Soluade, luego Adam Sollazzo, como está dicho con las ayudas del resto del equipo, anularon al buen jugador dominicano. Tampoco el pívot caribeño lo tuvo fácil y mucho menos ante Kevin Larsen.

El primer síntoma fue que la intensidad bajó claramente, después el control del rebote desapareció

Sin sus referencias, de perímetro e interior, el Ourense empezó a descomponerse. Sólo seis puntos anotados en el primer cuarto lo dicen todo. Pero además, el Breogán controlaba con comodidad ambas zonas y en el rebote se imponía con la misma claridad. Al descanso, los de Epi doblaban a su rival en el número de capturas.

Esta capacidad en los rechaces minaba la confianza ofensiva del Ourense, ante la total carencia de segundas opciones, y sin embargo permitía a los locales dominar por completo el ritmo del juego.

Esta tónica se mantuvo, como está dicho, hasta la mitad del tercer cuarto. A partir de ahí, el partido fue otro. El primer síntoma fue que la intensidad bajó claramente, después el control del rebote desapareció y finalmente se perdió la claridad ofensiva. Se fallaron lanzamientos, sobre todo porque ya no se encontraban buenas posiciones ni había paciencia para conseguirlo, y ante la presión se perdieron balones que además de impedir la anotación propia cargaba de confianza y esperanza al conjunto rival.

Se puede achacar este notable bajón al cansancio después del esfuerzo del pasado martes en A Coruña o a un exceso de confianza al ver el encuentro totalmente decidido de forma prematura. Incluso que los cambios realizados, más bien la ausencia de Larsen o Kacinas, dieron aire al equipo contrario.

Puede ser. Cualquiera de estas circunstancias, o todas, podrían servir para justificar un cambio tan drástico. Pero sería tremendamente injusto quedarse solo en eso. Como si el Ourense no hubiera adquirido ningún mérito o no hubiera tenido ninguna responsabilidad en que el partido llegara a un final ajustado.

Hay que tener mucha confianza en las propias fuerzas para no entregar un partido cuando las diferencias, ya sobrepasado el descanso, están por encima de la veintena de puntos. Y sobre todo cuando el rival hasta ese momento había sido claramente superior en todos los aspectos.

Pero los jugadores de Gonzalo García dieron un paso adelante. Su presión en toda cancha ganó en intensidad. Una presión que acabó por incomodar a los locales que tuvieron problemas para superarla en varias ocasiones.

La diferencia acumulada por el Breogán impidió que las alarmas no se encendieran en realidad hasta el tramo final del encuentro

A medida que la incomodidad se iba incorporando al juego local el ataque mudaba a ser más espeso. Sin Larsen, cuando no estuvo en cancha, se perdió al mejor pasador en el partido de ayer, pero además también desapareció la fluidez anterior.

Sin embargo, en el Ourense apareció el serbio Djordje Dimitrijevic para liderar la reacción de su equipo. Buena defensa, recuperaciones y doce puntos tras el descanso fueron la contribución del base al que después se le unió el alero portugués Diogo Brito, entre los dos pusieron en jaque la defensa de un equipo local que a medida que iba perdiendo clarividencia ofensiva también lo hacía en intensidad en defensa.

Aunque el control del encuentro había variado completamente, la diferencia acumulada por el Breogán impidió que las alarmas no se encendieran en realidad hasta el tramo final del encuentro. Fue cuando una canasta triple de Brito y otra de Álex Mazaira, con dos puntos en medio de Joseph, situaban en el electrónico un inquietante (68-63) y aún con tres minutos por delante para el final del partido.

Afortunadamente para los locales, Salva Arco y Sergi Quintela se encargaron de que la cosa no fuera a mayores y que por lo tanto, su equipo sumara un triunfo más. El que todos los jugadores dedicaron a Thiago, el primogénito de Erik Quintela.

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