El Leche Río Breogán se quiso adelantar al Samaín ofreciendo a los aficionados un horripilante partido. No de los que meten miedo, sino de esos que producen auténtico terror. Una sensación de pánico que recorre el cuerpo de arriba abajo y que perdura en los días añadiendo una reacción de espanto cada vez que se recuerde el esperpento vivido este martes en el Pazo. Es de esos encuentros, de esas actuaciones tan negativas, que incluso al más paciente o al más ilusionado de los aficionados le costará volver a creer en las posibilidades reales de este equipo. La debilidad en el juego interior parece una queja común entre los que siguen al equipo, ¿pero qué decir de todo lo demás?
Y nada de esto es exagerado. Hay un dato que por sí mismo sirve para ilustrar lo sucedido: la afición del Breogán abroncó a su equipo en, al menos, dos fases del encuentro. Un hecho absolutamente inusual, ya que para recordar un antecedente así habría que retrotraerse en el tiempo. Pero muy atrás.
► La crónica completa del partido, en la edición impresa de este miércoles de El Progreso