Opinión

La diferencia entre preocuparse y ocuparse

LA CIENCIA y la tecnología tienen mucho que decir en materia de salud pública y, seguramente, lo que les parece a algunos una maldición apocalíptica, alimentada por la capacidad creativa del ser humano y ayudada por la literatura y ciertos productos audiovisuales, no es más que un problema del que hay que ocuparse, pero no preocuparse.

Esto no quiere decir que nos la traiga al pairo, sino más bien todo lo contrario. Cuando aquel sabio dijo lo de zapatero a tus zapatos, estaba poniendo el foco en el hecho de que debemos confiar y dejar hacer su trabajo a los profesionales de la salud pública.

También convendría extirpar de nosotros el dime lo que quieras que yo haré lo que me dé la gana. Tenemos que dejarnos guiar por las personas que saben y no por el alarmismo generado por algunos medios de comunicación más de lo que sería deseable, para vender minutos de televisión. He llegado a ver en una cadena nacional una pantalla con ocho conexiones simultáneas a otros tantos focos de infección por coronavirus tanto nacionales como internacionales.

Este escaparate mediático no hace más que acrecentar la preocupación de la población convirtiéndonos en un rebaño pegado a la televisión esperando el apocalipsis vírico.

Quisiera mostrar todo mi apoyo a los profesionales; y lanzar una petición para que se transmita a la sociedad la necesidad de ocuparse del problema sin preocupar a la población más allá de hacer las recomendaciones pertinentes en materia de prevención médica para evitar contagios.

La ciencia y la tecnología, una vez más, darán buena cuenta del coronavirus y se evidenciarán los méritos del ser humano en su capacidad de estudiar, investigar y resolver. Porque si bien el apocalipsis desde el punto de vista médico jamás va a ocurrir, la irresponsabilidad de unos y de otros, y las actitudes que fomenten el alarmismo social, sí que pueden acabar llevándonos al apocalipsis económico.

Debemos actuar todos con responsabilidad y no alarmar a la sociedad más de los estrictamente necesario y mucho menos recurrir, como hacen en China, a métodos disuasorios que pasan por ser violencia de Estado.

Discurren por las redes sociales videos grabados por ciudadanos chinos y que no son fakes que hielan la sangre y ponen de manifiesto las carencias en derechos humanos que tienen muchos de los países admirados por algunos y que no se rigen por las leyes racionales.

Preocuparse u ocuparse, es un dilema para muchos. Pero algunos, entre los que me encuentro, creemos que debemos ocuparnos, sin preocuparnos, de este asunto y dejar que la ciencia y la tecnología, capitaneadas por seres humanos profesionales, hagan su trabajo; lo que, sin duda, nos permitirá seguir disfrutando de una esperanza de vida de casi noventa años cuando hace tres cuartos de siglo nos sentiríamos afortunados si llegábamos a vivir la mitad.

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