El violador de Augas Férreas es un joven búlgaro que instalaba telefonía en Lugo

El agresor, de 26 años, fue arrestado en Benidorm por grabar a una chica y los investigadores lo relacionaron de inmediato con tres agresiones sexuales cometidas en la capital

Le siguieron la pista durante casi dos años y el trabajo policial acaba de dar sus frutos. El agresor sexual que actuó en Augas Férreas hace casi dos años fue detenido en Benidorm como presunto autor de una violación consumada y otros dos intentos, cometidos en el mismo inmueble de la capital lucense. Se trata de un joven de 26 años, de origen búlgaro, que trabajó en Lugo como instalador de telefonía.

La investigación que llevó al arresto de esta persona se inició en septiembre de 2016, cuando una joven acudió a la comisaría de la Policía Nacional de Lugo para denunciar que había sido violada por un desconocido en el edificio en el que residía, un bloque de viviendas sito en los números 27,29 y 31 de Estrada da Granxa.

La chica contó que salió con unos amigos por la noche y al regresar a casa la acompañaron hasta el portal. Ya dentro del edificio, se encontró de frente con un individuo que la metió a la fuerza en el ascensor y la condujo hasta el garaje. Una vez allí, la metió en un cuarto y consumó la violación.

Los agentes identificaron casi de inmediato al sospechoso, pero hasta ahora no tenían pruebas concluyentes contra él

Tan solo unos días más tarde, otra estudiante que residía en el mismo inmueble presentó otra denuncia por agresión sexual. El modus operandi del violador fue el mismo: la metió en el ascensor, bajó con ella hasta el garaje y trató de llevarla hasta un cuarto, pero la feroz resistencia de la chica y sus gritos consiguieron poner en fuga al depredador sexual.

La Policía abrió entonces una investigación y poco después, a mediados de octubre, recibió una tercera denuncia. En este caso, el objetivo del violador fue una mujer de más edad a la que asaltó en el garaje del mismo edificio. Para esta víctima, todo quedó en un susto, ya que logró zafarse del agresor y comenzó a gritar hasta que aparecieron su marido y otro vecino.

Tres agresiones en menos de un mes en el mismo lugar hicieron saltar todas las alarmas, por lo que los residentes de la zona iniciaron sus particulares pesquisas e hicieron cábalas para tratar de descubrir la identidad del agresor. "No sabemos quien es", comentaban, "pero sospechamos que se tiene que tratar de alguien de nuestro entorno. Quizá un amigo de alguno de los vecinos, que conoce los accesos al garaje, común para los tres bloques, y los espacios que hay ahí dentro".

Los vecinos explicaban además que en el inmueble había varios carteles disuasorios, distribuidos por diferentes zonas, anunciando la existencia de cámaras de seguridad, "y está claro que alguien de fuera se cortaría de actuar viendo esos carteles, por miedo", apuntaban.

RETRATO. La lista de posibles sospechosos se fue cerrando cuando la Policía Nacional elaboró un retrato robot en base a los testimonios de las víctimas. Todas ellas describían al agresor como un hombre alto, fuerte, de entre 20 y 30 años, rubio y con un pendiente.

Los investigadores también recogieron vestigios biológicos en los lugares donde se cometió el delito y en las prendas de ropa que vestían las víctimas. En aquel momento, sin embargo, las pruebas de ADN no dieron los resultados esperados, ya que no se encontró ninguna coincidencia al cotejar las muestras del sospechoso con las recogidas en la base de datos de las fuerzas y cuerpos de seguridad.

Aunque el ADN del violador de Augas Férreas no estaba registrado en la lista oficial de delincuentes sexuales, las muestras quedaron incluidas en la base de datos policial y finalmente resultaron "clave" para la investigación.

Los agentes no bajaron en ningún momento la guardia y pronto centraron sus sospechas en un joven que trabajaba en Madrid en una compañía telefónica y que en esas fechas se encontraba temporalmente en Lugo por trabajo, por lo que podría haber realizado algún tipo de instalación en el edificio de Augas Férreas donde se cometieron las agresiones. Esta circunstancia explicaría que conociera perfectamente el garaje y la ubicación del cuarto de contadores, así como otras zonas del inmueble.

Las pesquisas avanzaban y a mediados de noviembre de 2016 el entonces subdelegado del Gobierno en Lugo, Ramón Carballo, ya confirmaba públicamente que la Policía tenía "identificado" al presunto violador, después de que además las víctimas lo reconocieran en las fotografías que les mostraron los agentes. Una de las chicas volvió incluso a cruzarse con su agresor cerca del inmueble y el joven se tapó la cara, pero lo pudo reconocer perfectamente y llamó a la Policía.

Aunque ya entonces todo apuntaba a que el sospechoso era el autor de las agresiones, a la Policía le faltaba algo fundamental: una prueba concluyente para poder detenerlo e imputarle los tres delitos.

Finalmente, hace unos días, los investigadores lograron su objetivo.

ARRESTO. El sospechoso fue arrestado en Benidorm después de que una chica lo denunciara por acosarla y grabarla con el móvil. El joven quedó en libertad, pero los agentes lucenses tuvieron conocimiento de este caso y rápidamente relacionaron al joven con las agresiones sexuales de Augas Férreas.

Los investigadores compararon el ADN del acosador con las muestras que conservaban de los casos de Lugo y confirmaron sus sospechas. Según explicaron desde la Policía, "con las muestras biológicas se puso establecer la conexión del joven con las agresiones sexuales cometidas en Lugo y se procedió a su inmediata detención".