Déjalo correr

Si es verdad que la señora Ferrusola sosegó a su ex honorable Jordi recordándole que en este país todo se olvida muy pronto (déjalo correr), va a tener razón. Si el señor Pujol aguantó más de 30 años sin declararse evasor, bien pueden pasar otros tantos antes de que la maquinaria fiscal o jurídica tome alguna determinación seria. Los legajos sumariales y expedientes acaban superponiéndose de tal manera que cuando te das cuenta prescribieron, o bien se apagan por zarandeo litigante. Y la presión mediática, que es tal vez la que más le inquieta, acabará cediendo en un tris tras al llover otros escándalos que lo enmudezcan. Todo es cuestión de esperar, de aguantar estoicamente el tipo para reemerger de la ciénaga echando pecho, con la cabeza alta. Por muchas razones, es casi imposible que un asalariado del populacho acabe enlodado en una situación parecida, porque el aparato interventor no lo contempla, pero en el improbable caso de que sucediese, el interfecto ya habría sido conducido al paredón antes o después del amanecer. Esa es la diferencia.

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