LO PRIMERO es lo primero. Antes de poner manos a la obra, de librar las aceras de malezas y otras hierbas, limpiar las calles y todo lo demás, la nueva corporación está volcada en el reparto de dedicaciones, de prebendas y de sueldos. No ha de extrañar que haya codazos para situarse. Muchos se preguntan si la dedicación plena de los trece ediles del equipo de gobierno es necesaria o se trata de una gravosa decisión para que los beneficiados vivan como marajás, a costa del sufrido y desatendido contribuyente. Con independencia del sueldo de la alcaldesa, que para algo lo es, los concejales, si prospera la propuesta, percibirán, dicen, 3.172 euros mensuales, cerca de 45.000 euros al año, salarios desproporcionados si lo comparamos con los de los currantes en general, donde abundan los mileuristas o los que perciben aún menos por ocho o más horas en el tajo. Y falta por ver cómo va a acreditarse el desarrollo de la tarea que se encomiende a cada cual. Habrá que verlo y seguirlo. Y no es que Lugo sea un caso único, es el de la mayoría de los cargos políticos, cuya retribución, desorbitada, está muy encima de lo que permite la maltrecha economía. No hay para pan y lo gastamos en estampitas.
