Opinión

Crisis de una sociedad

MAYO DEL 68 toma los títulos de novedades en las librerías, los reportajes de los dominicales, los suplementos culturales y algún que otro trabajo que viaja entre la memoria y la añoranza. Quizás la mejor definición o la mejor percepción de lo que fue en Francia y lo que englobamos bajo mayo del 68 en el mundo, desde el Barrio Latino a los campus californianos o a la Universidade de Santiago, lo escribió Simone de Beauvoir en Final de Cuentas (Edhasa): fue una crisis de una sociedad, no de una generación. Cincuenta años después, el panorama de las sociedades europeas, incluyamos España, refleja en la expresión política de sus ciudadanos una crisis profunda y global. Va desde los jóvenes que no encuentran empleo o remuneraciones que les permitan independizarse, a los jubilados que salen en manifestación o a la descalificación de la 'vieja política'. Está cuestionado algo que considerábamos tan modélico y exportable como la transición española del franquismo a la democracia. Analistas y teóricos nada sospechosos de tentaciones totalitarias ven en crisis el propio sistema de representación/participación política y los riesgos sociales de una economía que, desconocedora incluso de la moral de Adam Smith, sitúa su escala de valores en las listas de multimillonarios de Forbes, mientras para muchos sigue siendo un problema el recibo de la luz. Mayo del 68, un año después en Francia mandó al retiro político al fundador de la V República. La crisis de la sociedad actual está, en política, produciendo cambios tan preocupantes como los ascensos de la extrema derecha por centro europa y los populismos rupturistas por la izquierda en el sur. O fenómenos como los de Macron o Ciudadanos en España que desplazan a los clásicos partidos. De Gaulle, como otros, no leyeron entonces una crisis de sociedad. La actual no es menos profunda. Pide respuestas nuevas.

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