"Creo en los libros que entrego; no voy a hacer una liposucción para vender"

El escritor y periodista Santiago Jaureguizar presentó este jueves 'El veneno de la risa. Un misterio para Tintimán en Lugo', dentro de la programación de los Bocatas Literarios del MIHL lucense
Santiago Jaureguizar, este jueves en los Bocatas Literarios.
photo_camera Santiago Jaureguizar, este jueves en los Bocatas Literarios.

Santiago Jaureguizar es pesimista con respeto al futuro de la lectura, pero no por eso quiere hacer concesiones. El escritor y periodista de El Progreso presentó ayer en el ciclo Bocatas Literarios del Museo Interactivo de la Historia de Lugo (MIHL), su más reciente novela, 'El veneno de la risa. Un misterio para Tintimán en Lugo'.

«Yo creo en los libros que entrego y no voy a hacer una liposucción, blanquear los dientes o ser más simpático para vender», señala Jaureguizar, al tiempo que apunta que en los más recientes fenómenos de masas en las letras «importa más el personaje que está tras los libros que el texto», que era lo fundamental en los superventas clásicos.

Su Tintimán de la editorial Xerais ha resuelto misterios en Santiago, en A Coruña y en Vigo y ha conseguido el difícil reto de romper con el techo de cristal «de la prescripción escolar». Para este escritor resulta muy estimulante dentro de un momento en el que los jóvenes están sometidos «a multitud de estímulos».

«Tienen cinco ofertas a coro: el móvil, internet, la televisión, los videojuegos, el deporte... Y los formatos audiovisuales son más rápidos, requieren menos tiempo y menos concentración que leer una novela de cien páginas».

Jaureguizar explica que se está instaurando una lectura «de textos muy breves y muchas veces mal escritos. En una charla en una escuela, una chica decía que ella leía muchísimo... en el WhatsApp!».

Preguntado por si ha valorado hacer que sus personajes muden de soporte y ver su Tintimán hecho videojuego, lo tiene también claro: «Siempre me negué, intento que sea solo literatura».

A pesar de esta realidad que observa, el autor celebra que gracias a la escuela y a la entrada de la literatura infantil y para jóvenes en los currículos -«Es de locos pretender que lean 'El Quijote'», dice- se ha logrado que los niños y adolescentes lean y que «un 10% de ellos conserven el hábito lector fuera de las aulas».

En su literatura para chicos y chicas, el narrador incide en la fórmula más clásica de aventuras. Tintimán es un personaje que tiene algo de Tintín y una pizca de Indiana Jones y que llega ahora a Lugo, el territorio en el que reside y trabaja el propio Jaureguizar.

Es consciente de que en la literatura juvenil actual impera un «nuevo romanticismo», en el estilo de «Lord Byron o Mary Shelley», en el que los personajes reflexionan «sobre el amor, la vida y el más allá». Jaureguizar sostiene que nunca tuvo interés en este tipo de narrativas, «ni como lector ni como escritor», y añade que el de aventuras es un género «muy agradecido». «Todo está ya en la 'Odisea': un héroe tiene que ir superando pruebas hasta la gran prueba final. La llave es lograr un bueno ritmo y una historia interesante».

Amais de los retos, en la serie Tintimán ocupan un lugar relevante elementos icónicos de la ciudad. En el caso de Lugo, tesoros como el carnero alado de la recuperada colección de orfebrería del Museo Provincial. Cada uno de los libros incluye una ruta, con la idea de que los lectores sepan donde quedan los escenarios en los que transcurre la novela. «Sé que en algún colegio ya los están haciendo», comenta el escritor.

Matalobos, el artista gráfico que se encarga de las ilustraciones de Tintimán, le dio -de broma- la idea de prenderle fuego a la catedral como golpe de efecto para iniciar 'El veneno de la risa', pero finalmente optó por el robo de los planos originales de la muralla como arranque para una aventura que se desarrolla durante el Arde Lucus y que tiene como personajes invitados al alcalde López Horacio, el arqueólogo Henrique Alcorta o la directora del Museo, Aurelia Balseiro.