Opinión

Complacencias

FALTA por saber si tanto besuqueo y tanta condescendencia en la nueva corporación provincial tendrá o no continuidad. La primera sesión fue un regodeo de complacencias, más si lo comparamos con acritudes que caracterizaron la anterior. Claro que el arranque fue para repartirse dedicaciones totales o parciales para todos sus miembros, aumentar asesores, uno por barba, y asegurarse estipendios que contradicen la opinión generalizada de que las diputaciones sobran, que todo marcharía igual de bien sin ellas. Lo chocante es que quienes son partidarios (¿o ya no?) de su extinción, caso del BNG, son los primeros en apuntalar la bicoca, dejando para después lo que recomienda su código deontológico. La ética puede esperar, por mucho que arruine la estética. Las desavenencias que marcaron los debates de la anterior asamblea habían servido, por lo menos, para reajustar a la baja desvaríos crematísticos de sus miembros, con recortes forzados por el PP y el díscolo Manuel Martínez, pero allanado el terreno volvemos a las andadas, opulencias por encima de las retribuciones que percibe cualquier trabajador. Veremos si los servicios, la entrega y la eficacia se corresponden.

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