Opinión

Cigarrillos

SIEMPRE SE dijo que de algo hay que morirse, viniendo a decir que da lo mismo de una cosa que de otra. Puede, aunque debe de doler mucho más si el lance proviene del absurdo, como el trance de ese hombre achicharrado en Florida al explotarle el cigarrillo electrónico que saboreaba (?). Dicen que jamás había sucedido, pero de cualquier manera nunca se dio con los pitillos tradicionales; matan, pero más lentamente.

El sistema ‘mecánico’ sustitutorio, como alternativo a la nicotina, no acaba de convencer al adicto. No es lo mismo y encima persiste el riesgo de intoxicación y también de voladura. En Galicia, por ejemplo, su implantación no debe de preocupar a Tabacalera. Durante el pasado año se vendieron dos mil quinientos millones de cigarrillos, de los que ‘fumean’ de verdad, lo cual indica que la adición no decae, o decae muy poco, pese a prohibiciones, sanciones y  funestas advertencias de los comercializadores, cuidadosos de no menoscabar el lado contributivo del género.

Un negocio que origina más de cincuenta mil empleos y contribuye al fisco con nueve mil millones de euros anuales, instiga a a mirar hacia otro lado. Lo de morirse es accesorio.

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