Opinión

Ciberodio

LA PROYECCIÓN del odio tiene su mejor soporte en las redes sociales. Internet es el sustentáculo más moderno y de más rápida propagación, con mensajes desbocados, cargados de rencor, inquina e impunidad. Por añadidura, el ciberodio, como se le denomina, no tiene fronteras. Según el informe elaborado por la organización "Movimiento contra la intolerancia", el pasado año se detectaron en España 602 incidentes relacionados con delitos de odio. No obstante, se insiste en que este dato se trata solo de una muestra, ya que el cálculo los cifra entre 4.000 y 6.000 episodios de este tipo al año, pero la mayoría no se denuncian. En su mayor parte, proliferan vía internet con un porcentaje muy próximo al cuarenta por ciento. No debió servir de mucho que, el 31 de mayo de 2016, la Comisión Europea junto con Facebook,Twitter, Youtube y Microsoft estableciesen un código de conducta con una ringlera de compromisos para luchar contra mensajes que inciten al odio. Pero uno de los principales problemas es la sensación (cierta) de impunidad que se genera, ya que muchos de los autores que propagan este tipo de soflamas lo hacen a través de cuentas falsas, protegidos por el anonimato y el libertinaje. Todo despejado.

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