Opinión

Charcos de parvulario

No hace falta ser un Nostradamus o un Rappel para haber intuido el desbarajuste funcional del Gobierno, pero ningún sagaz adivino preveía la prodigalidad de charcos que tan alegremente pisa el Ejecutivo día sí y día también. La oposición está que se relame por la metralla que se le sirve en bandeja, con inusitada profusión y variedad, más allá de que ya se sabía que Iglesias, independentistas, presos y fugados cortarían el bacalao. Las previsiones se salieron de madre en estos primeros compases con decisiones, actuaciones, conductas y prácticas masoquistas en las que no hubiesen tropezado, llegado el caso, ni los más inocentes parvulitos. Cuesta entender la facilidad con que se entremezclan negligencias, ineptitudes e ingenuidades, pretendiendo venderlo como gestión provechosa, como si el ciudadano no percibiese el quebranto y el desprestigio de instituciones que pueden acabar engullidas por el caos. Si la situación no se endereza, el recorrido no podrá ser muy largo. De tan inconsistente y extenuado soporte poco puede esperarse, entre otras razones porque más que una hoja de ruta, el trayecto lo determinan un rosario de pendencias e imprevisiones fuera de control. Por cierto, y a todo esto, ¿en qué se entretiene la muy cotizada legión de asesores?
 

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