Blog | Permanezcan borrachos

Cerveza de ficción

Para los vecinos de Vilardevós, la San Miguel era una religión. No querían otra cerveza

ESTABA leyendo en la playa 'Árbol de Humo', de Dennis Johnson, hace ya algunos años. Es una novela con la guerra de Vietnam de fondo, caótica y descontrolada, plagada de seres perdedores. No había leído más que las primeras páginas, en realidad. Hacía un calor insoportable, sin brisa, y me quedaban casi seiscientas de libro por delante. En ese momento, un soldado llamado William Houston Jr., destinado en Filipinas, estaba en un bar junto a una playa, como yo, en compañía de un coronel llamado Sam y de un capitán de la Fuerza Aérea de Vietnam del Sur, apodado Lucky. El coronel pidió una cerveza fresca para el vietnamita. "¿Te gusta la San Miguel?", le preguntó. Y en ese instante, yo me quedé en shock.

Por alguna razón –ahora sé que equivocada–estaba convencido de que San Miguel era una cerveza gallega. Cuando era un niño se la había visto beber a algunos vecinos de Vilardevós. Para ellos la San Miguel era una religión. No querían otra cerveza. No les gustaba la cerveza: les gustaba la San Miguel. Rara vez se conformaban con una si tenían tiempo para beber, pongamos, cuatro. La San Miguel tenía algo que solo ellos apreciaban. San Miguel es, demás, el patrón del pueblo. Así que me convencí de que la cerveza estaba elaborada poco menos que allí. Era algo nuestro, con cero posibilidades de aparecer en la novela de un escritor norteamericano.

​"No doy crédito", le confesé a mi pareja, que estaba a mi lado, leyendo a su vez su propio libro, boca arriba. "Esta novela está ambientada en la guerra de Vietnam y hay un personaje, en las islas Filipinas, que bebe cerveza San Miguel. ¿No te parece alucinante?". Apartó la vista de su novela, se volvió hacia mí, levantó un poco las gafas de sol y dijo con frialdad, casi indiferencia: "No". Busqué en la Wikipedia "Cerveza San Miguel" y a los pocos segundos me sentí la persona más idiota y desengañada del mundo al descubrir que en 1890 un tal Enrique María Barretto de Ycaza inauguró en el barrio de San Miguel de Manila, en ese momento capital colonial española de las islas Filipinas, la Fábrica de Cerveza San Miguel, que había absorbido la producción de un pequeño convento de frailes agustinos recoletos, quienes empezaron a producir la cerveza en 1885, en el mismo barrio. Poco después se inició su exportación a otras zonas del Sudeste Asiático. Duro golpe a mi infancia.

La lectura te descabalga de los dogmatismos. Recuerdo que tiempo después de leer 'Árbol de Humo' recalé por casualidad en el blog del periodista Jordi Mestre, del que me hice admirador incondicional, y con quien acabé escribiéndome mails. Mestre falleció en 2016, y las entradas del blog, extraordinarias, están desde hace poco recogidas en un libro titulado 'Paraguas en llamas' (editorial Pepitas de calabaza). En uno de los textos del blog Mestre escribía que, como todos los asesinos norteamericanos, él también leyó 'El guardián entre el centeno'. Lo que más lo impresionó, admitía, fue un personaje de la novela de Salinger que "tenía la habitación llena de pastillas y medicamentos y olía a Vicks VapoRub". Cuando leyó aquello fue él se quedó impresionado. El Vicks VaporRub sería su equivalente a mi San Miguel.

"Fue un shock descubrir que Vicks VapoRub no era una empresa catalana, como yo siempre había pensado, igual que La Caixa o la Damm". Prefirió engañarse durante algún tiempo. Mestre decidió que aquella referencia tenía su origen en una libertad que seguramente se había tomado el traductor. "¡Pero no! Años más tarde leí otro libro de Salinger, 'Franny and Zoey', y en un momento en que Zoey, una de las protagonistas, abre el armario de los medicamentos, se puede ver (o leer) que, entre otras cosas, el armario contiene una caja pequeña, sin etiqueta, de supositorios de glicerina, gotas nasales Vicks, Vicks VapoRub…".

Mestre tuvo que rendirse a la evidencia. Apenas investigó un poco constató que Vicks VapoRub pertenecía a Procter and Gamble, con sede en los Estados Unidos. "Leer nos da muchas veces satisfacciones inigualables; otras, como en este caso, también puede ocasionar disgustos".