Opinión

Calzonazos

ANTES Y AHORA. Por obligación o devoción, siempre hubo políticos calzonazos, plegados al arbitraje de las minorías, bien por lisonja o por supervivencia. La sumisión actual de Pedro Sánchez con quienes le auparon al poder es el caso más próximo, pero no el único. Ni será el último. En 1580, cuando el duque de Alba condujo las tropas a Portugal para hacer valer los derechos dinásticos de Felipe II sobre el país luso, por ser el monarca hijo de Isabel de Portugal, logró que allí se le proclamase rey como Felipe I. Pero desde el primer día se convirtió en un calzonazos de la nobleza, que era en realidad la que cortaba el bacalao, accediendo a todas sus exigencias para no perder su favor. Incluso se vio obligado a renunciar a sus exclusivos trajes negros en la ceremonia de coronación, luciendo un vestido de flores blanco y dorado muy hortera, a medio camino entre un grotesco traje de luces y una lagarterana, que contradecía su habitual aspecto de gobernante decoroso. En realidad, acabó contentando todos los caprichos de sus mentores por banales que fuesen. Desde entonces, los tiempos cambiaron, no así la humillación.

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