"Una sociedad madura entiende que los cómicos no son los enemigos"

El humorista Andreu Buenafuente sobrevive como el maestro del late night show en España , incluso con las barreras políticas que en estos últimos tiempos se intentan poner a la comedia

Andreu Buenafuente. TONI ALBIR
photo_camera Andreu Buenafuente. TONI ALBIR

Dice Andreu Buenafuente que su "drama personal" es que no puede parar nunca de hacer cosas, y uno de sus últimos proyectos fue el festival de humor Singlot. Buenafuente avisa que no le gusta que las leyes permitan llevar a humoristas a los juzgados, y defiende que una sociedad madura entiende que "los cómicos no son los enemigos".

En la noche del homenaje a Pepe Rubianes se avanzó que se dirían "barbaridades" como las que decía él.
Bueno, Rubianes era lo más ácrata e incorrecto que se ha visto en los escenarios catalanes. Mi idea era que todos hiciéramos textos de Pepe, y tanto Carlos Latre, Berto Romero y yo mismo, o Joan Lluis Bozzo, queríamos volver a reproducir de alguna manera la voz de Rubianes, que recibió el premio Singlot de Honor in memoriam.

¿Qué representó para una generación de cómicos la figura de Rubianes?
Para mí es un referente imprescindible. Era un amigo, un maestro involuntario, aunque él no quería serlo, pero los grandes de la comedia o de la interpretación acaban siéndolo. Solo verlo y hablar con él ya te influía y te marcaba. Realmente es uno de los vacíos que yo tengo en mi vida mas potentes, personal y profesionalmente. Creo que hablo en nombre de muchos del colectivo que le echamos de menos. Y también era queridísimo por la gente. Es lo que tienen los artistas tan potentes, que forman parte de la cultura popular.

"Si debo estar en un flanco, estaré en el de la calle, de la broma, el humor negro o del tipo que sea"

¿La ola de corrección política se está cargando el humor? ¿Cómo ve la evolución de este asunto en los últimos años?
Hombre, cuando tenemos unas leyes que realmente pueden aplicarse y sentar en los juzgados a cómicos, a mí no me gusta. Lo que me gustaría es ver entrar a más corruptos. Este es un tema lleno de matices, pero al final estamos hablando de libertad de expresión y de madurez de una sociedad que debe entender que los cómicos no son los enemigos, que la comedia es algo que está en nuestras cabezas y en nuestro carácter, y que no es nada grave. No sé si la situación está peor o mejor, pero sí que estamos más concienciados y eso nos hace valorar más la propia libertad de expresión y luchar por ella.

¿Cree que la permisividad dentro del ámbito del humor puede comenzar a ser un barómetro de la calidad democrática de un país?
Sí, seguramente todo está conectado. La cultura democrática, la madurez democrática de un país es algo que se pone en entredicho y en evidencia en episodios concretos. La comedia es un flanco, pero hay otros más, como el diálogo político, esta política de trincheras actual, lo de llegar al poder y me cargo lo tuyo porque me da la gana, son indicadores efectivamente de una falta de madurez y a lo mejor también de un carácter español, que a veces es muy revanchista y poco dialogante.

También vemos en otros países decisiones como las de The New York Times de no publicar más dibujos de humor gráfico político.
Esto no invita al optimismo... No, no invita, y habría que pensar en cuáles son los factores que inciden en la toma de decisiones, ya sean económicos o políticos. Hay un contraste entre los que deben decidir cuál es la libertad de expresión y la realidad de la calle, del bar de barrio, donde se respira una alta incorrección. Es muy curioso que los que están en otra esfera social, en las escalas del poder de todo tipo, son los que más miedo tienen. Esto debería hacernos pensar. Yo, si debo estar en un flanco, siempre estaré en el de la calle, en el de la broma de amigos, del humor negro o del tipo que sea.

Cómo valora que en Ucrania un popular cómico, Volodimir Zelenski, ganara unas elecciones presidenciales?
Esto nos llevaría a otro análisis que a mí se me escapa, cómo sería la calidad democrática de los países o la perversión de los sistemas electorales, la banalización de la política... Y aunque sea cómico, hombre, si no está preparado y yo fuera ucraniano y también comediante, me preguntaría qué hace este hombre dirigiendo el país. Es un tema bastante grave lo que pasa con la política, porque no acceden a ella personas con el convencimiento claro de que la política es la gestión de lo público y no una carrera personal.

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