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Bipartito: tercer intento

PSOE y BNG, llamados a repetir la coalición que funcionó con Orozco

LOS LUCENSES decidieron el pasado domingo que la derecha no consiga los votos suficientes para gobernar la ciudad tras 20 años en la oposición. El popular Ramón Carballo tuvo cerca el objetivo de ser alcalde tras una remontada en las encuestas a la que contribuyó la gran movilización de las bases y resortes de poder de un partido que fue capaz de facilitar mayorías absolutas a Manuel Fraga y Alberto Núñez Feijóo, pero cuando toca elegir alcaldía sufre fufa de votos en barrios y parroquias, antes para candidaturas independientes y ahora también para Ciudadanos y Vox.

Las cuentas no le salieron a los populares, porque el tradicional voto de derechas llegó dividido y no fue capaz de sumar lo suficiente como para rebasar la barrera de las 13 concejalías que dan una mayoría que garantiza la alcaldía. Sí lo logró la candidata socialista, Lara Méndez, que gracias al ascenso fulgurante del BNG podrá conseguir la reelección y tendrá más fácil un gobierno de coalición al estar de por medio solo una ‘asemblea’ y no dos como hasta ahora.

Socialistas y nacionalistas tienen en su mano reeditar su tercer bipartito en Lugo, que funcionó sin problemas en la primera etapa (1999-2003) al igual que en la segunda (2011-2012), hasta que la operación Pokemon llevó al BNG a salir del gobierno por la "pérdida de confianza" con sus socios.

Pese a ello, Antón Bao y Paz Abraira siguieron siendo la muleta en la que se apoyó el alcalde José López Orozco hasta que en los siguientes comicios entró un nuevo fenómeno en juego, las mareas, que obligaron al socialista a dejar el Concello, pero luego fueron incapaces de llegar a acuerdos con el PSOE para gobernar.

En esas aguas revueltas y en el descontento de muchos vecinos con la ralentización de la actividad municipal o con los problemas con el personal acabó pescando el BNG de un Rubén Arroxo que fue capaz de convencer a quienes no comulgan con la ortodoxia nacionalista de que puede ser capaz de dar esa estabilidad al gobierno local que tanto echó de menos la alcaldesa.

El voto prestado que siempre toma el BNG, que recogió ahora tanto del PSOE como del fallido proyecto de Lugonovo, tendrá cuatro años para saber si con la entrada de los nacionalistas en el futuro bipartito se logrará invertir todo ese presupuesto que quedó en cuentas bancarias, se configurará una nueva movilidad urbana a imagen y semejanza de las ciudades que envidian como Pontevedra y se hallarán soluciones a los problemas urbanísticos enquistados como O Garanón o el PXOM pendiente.

Mientras, la futura alcaldesa podrá aprovechar, como lo hizo Orozco, la capacidad organizativa, la ilusión y la lealtad de los nacionalistas para poner las bases de un siguiente mandato más allá de 2023, porque si hay algo que queda claro con los gobiernos de coalición PSOE-BNG es que, cuando salen bien, las flores se las lleva quien porta el bastón de mando. Y cuando salen mal, pues es culpa del Bloque. Y si no que se lo pregunten a Anxo Quintana.

El futuro de Ramón Carballo
Ramón Carballo anunció que será el portavoz municipal del PP, aunque seguramente Antonio Ameijide será su lugarteniente en un terreno que supo manejar desde que sustituyó en el puesto a Jaime Castiñeira. Además, Carballo compatibilizará el Concello con el cargo de jefe territorial de Presidencia hasta las elecciones autonómicas, en las que podría encabezar la lista lucense tras la buena imagen trasmitida en la campaña.

Dos campañas que no resultaron
Lugonovo y Cs idearon dos campañas electorales que no tuvieron la respuesta esperada. En el caso de la marea, se centró en las propuestas que aportó el grupo municipal  y en dar a conocer al candidato de última hora, que quizá hubiese necesitado más tiempo para lograrlo. Mientras, el partido naranja trató de ridiculizar al gobierno local con inauguraciones irónicas que no calaron en el electorado conservador.

Carlos y Josito, un dúo político fallido
Carlos Portomeñe y Josito Pérez podrían ser un dúo prometedor de la política lucense si no fuese porque, como ocurre con las estrellas de rock, los duetos valen para un concierto, pero otra cosa es la convivencia diaria de egos. Las urnas castigaron su impericia negociadora y ahora tendrán que hacer oposición extramunicipal. La división de EU y Podemos no se da solo en Lugo, pero aquí tiene fondo musical de ukelele.

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