El salto de las bombillas incandescentes a las LED se llevó a cabo bajo la promesa de un mayor ahorro energético en la factura y una mayor eficiencia, ya que una bombilla LED podía superar la barrera de las 50.000 horas de vida útil de media. En la actualidad, se estima que solo un 30% de la población sigue utilizando las bombillas incandescentes como método principal de iluminación en sus hogares. Pero, ¿son tantos los beneficios de utilizar bombillas LED para alumbrar los interiores del hogar? Mayormente sí, y consiguen rebajar el precio de la factura en casi un 40% con respecto a las emitidas hace dos décadas.
Las bombillas LED irrumpieron en el panorama de la electricidad bajo la premisa de una eficiencia energética mucho mayor que sus antecesoras, las incandescentes. Estas destacaban por ofrecer una iluminación suficiente pero no óptima pasados los primeros meses de uso, además de hacer gala de una fragilidad a los movimientos bruscos y a las caídas que ponía en peligro su integridad al más mínimo roce y exigía manejarlas con suprema delicadeza. Además, elevaban el importe de las facturas de luz al mantenerlas encendidas con el tiempo, deteriorándolas a su vez e impidiendo poder alargar su vida útil por más tiempo.
Esto cambió radicalmente con la aparición de las LED, que ofrecían una eficiencia energética mucho mayor. Se estima que son un 70% más eficientes que las tradicionales bombillas fluorescentes e incandescentes al aprovechar, de media, el 95% de la electricidad en emitir luz y perdiendo solamente un 5% en calor. Además, necesitan de muchos menos recursos para funcionar a pleno rendimiento. Para cuantificar esta eficiencia se recurre a un ejemplo recurrente: un fluorescente de 36 vatios puede ser reemplazado por una bombilla LED de 18 vatios y ofrecer la misma potencia, consumiendo mucho menos. El efecto directo de esta rebaja en el consumo es una menor exigencia y demanda de trabajo de las centrales eléctricas y, por consiguiente, una notable reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Una opción para cada estancia
Esta reducción de potencia permite reducir el número de bombillas necesarias para iluminar el interior de las habitaciones. En un piso convencional, el uso de una sola bombilla LED suele ser suficiente para alumbrar con la suficiente intensidad durante las noches, y es posible adaptar el diseño de los LEDs a los requisitos de cada habitación.
El contar con el asesoramiento adecuado para elegir la opción que mejor se adapte a cada lugar del hogar es muy recomendable y puede marcar la diferencia en cuanto a eficiencia y consumo. Uno de los portales web de referencia en este sentido es LamparaDirecta, empresa fundada en 1989 en Eindhoven (Países Bajos) que cuenta con más treinta años de experiencia en el sector de la iluminación, y en cuyo catálogo se pueden encontrar opciones para todos los gustos sin renunciar a las ventajas que proporciona la iluminación LED: desde bombillas y tubos hasta focos, paneles, downlights, regletas, campanas industriales, luminarias o proyectores.
Libres de compuestos tóxicos
Pero la eficiencia energética, el ahorro en el consumo y la variedad de modelos que ofrece para el hogar no son sus únicas ventajas. Las bombillas LED se fabrican con materiales libres de compuestos tóxicos. Una de las ausencias más relevantes es la del mercurio, elemento de alta toxicidad que suele acumularse en los dispositivos de iluminación tradicionales con el paso del tiempo y que puede tener efectos muy nocivos en el organismo del ser humano. Cuando un LED deja de funcionar no vierte estos compuestos tóxicos en las plataformas de residuos, preservando el medio ambiente y evitando contaminarlo con este y otros compuestos venenosos similares.
Además, a la hora de desechar un LED no es preciso contar con los servicios de empresas para retirar los elementos tóxicos que se hayan podido desprender, manteniendo a salvo no solo la salud del entorno natural, sino la del propio ser humano, que evita verse expuesto a estos compuestos.
Emisiones de carbono reducidas e iluminación de mayor calidad
El hecho de ofrecer una vida útil más larga tiene, a su vez, múltiples beneficios asociados. No solo mantiene la potencia original intacta con el paso del tiempo, también reduce la probabilidad de tener que sustituirlas con frecuencia. Esto se traduce en menos recursos necesarios: al reducir los plásticos de embalaje y los procesos de transporte de las nuevas bombillas se contribuye a mantener a salvo el planeta de los residuos que generan este tipo de productos, aumentando sus beneficios ecológicos.
Pero, más allá de las ventajas medioambientales, estas vienen acompañadas de efectos beneficiosos para la salud ocular. Por ejemplo, el mantenimiento de una potencia constante permite mantener a salvo a nuestra vista de los efectos perjudiciales de las bombillas tradicionales, como los parpadeos o la variación de la tonalidad de color, además de reducir la contaminación lumínica al apostar por una luz menos numerosa y más limpia, clara y directa. Por tanto, las bombillas LED son la mejor alternativa para estudiantes y trabajadores que precisan de una óptima iluminación durante sus sesiones de trabajo o estudio.
Facilidad de instalación y regulación remota de la intensidad
Otro de los beneficios más agradecidos del uso de bombillas LED se encuentra en lo fáciles que resultan de instalar, ya que basta con retirar la bombilla antigua y acoplar a su correspondiente rosca la nueva bombilla LED para que empiece a funcionar. El proceso de retirada y sustitución es realmente intuitivo, por lo que es otra baza más a su favor.
Por otro lado, las bombillas LED son compatibles con el uso de dispositivos de control remoto para ajustar la intensidad a distancia, modificando la potencia de la bombilla y siendo ideal para alterar el nivel de luminosidad y adaptarlo a todo tipo de situaciones: desde eventos públicos o conferencias hasta veladas románticas y sesiones de estudio. Incluso es perfecta como luz decorativa, dado que existen en el mercado modelos que cuentan con opciones de cambio de color para fechas tan señaladas como la Navidad, Halloween o fiestas de cumpleaños.
