Opinión

Belleza incongruente

UN BARCO surcó la carretera de la costa dejando tras de sí una estela majestuosa como la cola de un cometa. Producía cierto desasosiego ver un barco sobre el asfalto del mismo modo que en la película Doce monos quedabas estupefacto viendo jirafas echando carreras por el puente de Brooklyn. Es muy hermoso comprobar que de vez en cuando suceden cosas incongruentes. Pero hay una línea fina que separa lo alucinante de lo patético. Cuando un político achucha a un niño también colisionan dos universos en principio paralelos, pero su fusión va contra natura y por eso no surte ni por asomo el mismo efecto que el de una modelo escandinava durmiendo la siesta rodeada de mujeres de la etnia watusi o esas imágenes de un aborigen de la cuenca del Amazonas utilizando un smartphone con la soltura de un broker de Wall Street. Cuando el puente del barco se detuvo  en Fazouro para aliviar la fila de coches que había atesorado todos lo miramos entre asombrados y asustados. Si granizó en agosto en Viveiro tal vez tengamos un Noé suelto por ahí construyendo un Arca. Siento ser yo quien le hable del vil metal, pero le va a salir en un ojo de la cara.

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