Opinión

Autovías de peaje

EN 1970 empezaron a trabajar las máquinas en el Plan de Accesos a Galicia para ampliar y mejorar aquellas viejas carreteras hacia Madrid que en muchos tramos parecían proyectadas siguiendo el recorrido de un burro que en su día los técnicos soltaron monte arriba. En julio de 1988 se abría el último trayecto As Nogais-Becerreá. Habían pasado ¡18 años!, una eternidad.

En los años 90 el Gobierno de Felipe González acometió la construcción de las autovías del Noroeste y Rías Baixas desde Benaventa hasta Lugo-A Coruña y Ourense-Vigo, finalizadas en 2002. La autovía del Cantábrico rematada hace nada -lástima del atranco de O Fiouco- completa la trilogía de vías de alta capacidad que conectaron a una Galicia aislada con los centros de producción y consumo y dinamizaron la economía de Galicia, de Castilla, del Cantábrico y de España.

No se entiende como este Gobierno que se dice social y alardea de suprimir el copago sanitario o rebajar el Iva del cine, se atreve a imponer un peaje a las autovías

¿A dónde quiero llegar recordando todo esto? Sencillamente a que, si el Gobierno se empeña en imponer peaje a los 560 kilómetros de las autovías gallegas además de seguir cobrando por los kilómetros de autopistas, los dirigentes políticos gallegos, del gobierno y de la oposición, y los diputados gallegos en Madrid deberían declararse objetores cuando el ejecutivo reclame consenso porque no quiere quedar solo tomando esta medida tan impopular, que en el caso de Galicia es insultante.

Objetar por tiempo indefinido. O, cuando menos, tienen que exigir una moratoria en tiempo igual a los retrasos en la entrada en servicio de aquel viejo Plan de Accesos a Galicia, contabilizando después la tardanza de las autovías del Noroeste, Rías Baixas y del Cantábrico.

No se entiende como este Gobierno que se dice social y alardea de suprimir el copago sanitario o rebajar el Iva del cine, se atreve a imponer un peaje a las autovías, amortizadas hace años. De verdad, ¿no son conscientes de la repercusión que ese cobro tiene en la competitividad de las empresas, en los bolsillos de los particulares, precarizados y pensionistas, que son excluidos del uso de la red viaria que pasa por delante de su casa, y en la saturación circulatoria que se producirá en las carreteras alternativas?.

Galicia no puede consentir el atropello de autovías de peaje. Si el Gobierno no tiene de donde sacar los 11.000 millones para su mantenimiento, antes de imponer los peajes que recorte tantos gastos superfluos, por ejemplo, adelgazando las administraciones. Empezando por el consejo de ministros que aumentó seis carteras.

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