Atasco judicial

Decir que la Justicia española funciona bien es utilizar una visión sesgada de la realidad. Se administra a destiempo y por su lentitud resulta ineficaz en no pocas de sus decisiones. Acaba siendo, además, inicua en algunos de sus procedimientos. A Jose A. Martín Pallín, jurista destacado, exfiscal del Supremo y magistrado emérito de tan alto tribunal, le oí escandalizarse de que el sumario del caso Malaya conste de millón y medio de folios, lo que en Alemania y Reino Unido, citó estos dos países, sería inasumible e inaceptable. Es decir, que el sistema judicial se ahoga en su propia burocracia. El jurista coruñés atribuye buena parte de la falta de fluidez a la excesiva pormenorización de los procesos, en vez de centrarse en lo verdaderamente importante. Puso como ejemplo que para probar el robo de un jamón se malgasta innecesariamente tiempo y dinero, lo cual es mucho más gravoso que el propio botín, y el exceso lo paga el conjunto, desviando la atención de lo importante. Y está también el contribuyente, que paga más de lo necesario por un mal servicio.

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