Opinión

Antes de tiempo

AYER VI a los primeros mensajeros del verano. Pero fue una visión extraña y, lo que es peor para ellos, poco creíble: una de esas furgonetas apostadas en un cruce vendiendo cerezas, cómo no, del Bierzo.

Da la casualidad de que no hace mucho que estuve por allí y la pregunta es inevitable: ¿Cómo maduraron esas cerezas? Porque hace nada hacía todavía un frío tan sospechoso como su aspecto, rollizo y suculento. Muy poco recomendable para que esas frutas estén ya para comérselas.

De la que pasaba me fijé no obstante en que las cajas no estaban  tan inclinadas como suelen tenerlas; enseñando la mercancía, como debe ser. Esta vez no, estaban totalmente horizontales y esa chorrada me dio mala espina. Llevaba prisa y no pude parar, pero pensé en qué pasaría si paro y le digo al tipo que me deje probar una. Normalmente están la mar de generosos: «Pruébese una», «Pruébese otra»;  «Coja un puñado para los niños». Me da que de momento no es así.

Hasta los cerezos del Jerte retrasaron su floración dos semanas. Y si los cerezos decidieron esperar dos semanas, creo que deberíamos respetar sus deseos. Se empieza por ahí  y se acaba pidiendo peras al olmo. 

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