Aniversario con luces y sombras

Un año después , el balance de respuesta, información e investigación, con independencia de la labor judicial, sobre la tragedia de Angrois parece manifiestamente mejorable. Renfe, Adif, Fomento y el Congreso podrían repensar si han dado la respuesta que piden 80 muertos, más de un centenar de heridos, las víctimas que sufren todavía y sus familias. Lo que fue ejemplar en solidaria respuesta ciudadana y actuación de emergencia de las administraciones públicas ante una catástrofe, se transformó a la hora de explicar lo sucedido en parsimonia política. En el aniversario debemos traer a primer plano la ejemplaridad de los vecinos de Angrois, el buen hacer profesional de los servicios de emergencia, la actuación de las administraciones y de los representantes públicos en aquellas jornadas. Pero no obviemos que la respuesta que sigue no convence a nadie que no esté ya convencido. Estamos ante un tópico en la política española: parapetarse en no interferir en la labor de la Justicia para no decir ni investigar nada desde la responsabilidad política. Es una huida de las complicaciones y los problemas. Así se entiende el silencio por amplios sectores de la opinión pública. Y así se explican fenómenos como Podemos. No es concebible en un país política y económicamente avanzado que una tragedia de este tipo no pusiese en marcha investigaciones de la propia empresa, de las administraciones públicas y de órganos de representación ciudadana. Se trata de buscar y dar explicación pública de por qué ha sucedido más allá del fallo humano del maquinista. Porque, si todo depende de un maquinista -¿sigue dependiendo?- algo falla en inversión y tecnología. La responsabilidad penal es exclusiva de los tribunales. Las decisiones técnicas y políticas que se adoptaron y que pertenecen al escenario del accidente no son necesaria ni exclusivamente judiciales.

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