Los cuatro anillos legendarios resultaron ser de verdad

El hallazgo en Santo Estevo de Ribas de Sil de las joyas, históricamente atribuídas a la leyenda de nueve obispos enterrados en el templo, ha despertado la curiosidad de los investigadores
Las reliquias. DIÓCESIS DE OURENSE
photo_camera Las reliquias. DIÓCESIS DE OURENSE

El hallazgo de cuatro anillos de plata durante unos trabajos de restauración en la iglesia de Santo Estevo de Ribas de Sil (Ourense) pertenecientes a nueve obispos ha despertado la expectación de curiosos y extraños a falta de saber qué pudo ocurrir con los cinco restantes.

La leyenda cuenta que nueve obispos se retiraron en el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, donde murieron y fueron enterrados entre los siglos X y XI. Los anillos episcopales, que se guardaron en una caja de plata, pronto adquirieron fama de sanar a los enfermos.

La historia, curiosamente documentada por la escritora viguesa María Oruña, en su última novela El bosque de los cuatro vientos (Destino), salta ahora al plano de la realidad, siglos después de la leyenda, con la aparición de las reliquias milenarias.

La teoría es que pueden ser los mismos anillos de los obispos. Junto a ellos, en una pequeña etiqueta en pergamino, se puede leer: "Estos quatro anillos son de los que quedaron de los nueve Santos Obispos. Son los que han quedado. (sic) Los demás desaparecieron. Por ellos se pasa agua para los enfermos y sanan mu(chos)".

Los trabajos de restauración han dejado al descubierto los anillos

Se da la circunstancia de que Oruña fue la primera en documentar la existencia de estos anillos en El bosque de los cuatro vientos, con una investigación que hizo novela con Jon Bécquer, un detective de arte que tropezó con "una leyenda tallada en escudos de piedra, protegidos de los cuatro vientos".

Los trabajos de restauración realizados en los relicarios laterales de la iglesia, donde se hallan los restos mortales de los nueve obispos, han dejado al descubierto los anillos, en el interior de una bolsa de tela (probablemente de seda) con bordados en hilo de oro.

Con ello, la escritora gallega da por cerrado el círculo de una historia "que estaba dormida", fruto de una laboriosa investigación que incluyó visitas, llamadas puerta a puerta y conversaciones con los vecinos y el Obispado.

"Siempre soñé con encontrar los anillos. Cuanto más investigaba y me documentaba para la novela, más sentía que faltaban menos piezas para completar el misterio", recoge la autora, visiblemente emocionada con la aparición de estas reliquias que "legitiman" si cabe todavía más el extenso trabajo de documentación.

En una conversación con Efe, Oruña —quien no para de recibir llamadas— ha señalado que "lo más sorprendente" de este caso es que "todos coincidían en que sí existían los Obispos pero desechaban la existencia de los anillos", desde restauradores a religiosos, con la única excepción del anterior párroco de Santo Estevo y de ella misma.

De hecho, Oruña fue la que insistió en su existencia "porque tenía documentado" todo el proceso de lo que ocurrió en esa iglesia y con los obispos.

Esto llamó la atención de Vania López, restauradora del Centro San Martín de la Diócesis de Ourense, cuyo alter ego es Amelia en la novela, que fue la que insistió en que se abriese el saquito al escuchar "sonidos metálicos" y que finalmente desembocó en el sorprendente descubrimiento.

Oruña insistió en su existencia "porque tenía documentado" todo el proceso

Ahora, el Obispado baraja que investigadores especializados en joyas medievales o bien los restauradores de los propios museos vaticanos determinen definitivamente su autenticidad.

Más allá del carácter religioso, Oruña destaca la trascendencia de este descubrimiento. "Estamos hablando de reliquias de más de mil años de antigüedad".

Respecto a los cinco anillos restantes, no se plantea dejar de investigar. Las hipótesis siguen abiertas, desde que hayan desaparecido, a que se hayan quemado o estén ocultos en algún lugar.

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