Alcoa: cuento de Navidad

¿POR QUÉ extraño motivo flota en el ambiente la sensación de que la subasta que garantiza la continuidad de Alcoa en A Coruña y Avilés no podía tener otro final? Solamente había que celebrarla. En vísperas de Nochebuena, con el segundo acto de una puja hecha casi a la medida, con insistentes invitaciones por parte del Ministerio de Industria para que acudiera a la convocatoria extra... Y todo ello previo y convenientemente aderezado durante semanas con parte de la plantilla en la calle, media clase política implicada en el asunto colgada del teléfono y dos comunidades en vilo. Alcoa consiguió sus objetivos en los nuevos contratos de interrumpibilidad, y acto seguido retiró los expedientes de extinción de empleo para las fábricas. ¿Era necesario poner encima de la mesa cientos de puestos de trabajo para obtener el resultado apetecido? Pues esta pregunta encierra varias respuestas, en función de quien sea el actor implicado en esta minicrisis navideña con final feliz. Veamos. Por ejemplo, a ojos de la multinacional, los medios (amenazas de cierre) sin duda justifican el fin, que no era otrro que mantener unos contratos de interrumpibilidad ventajosos y en similares condiciones a los que ya disfrutaba. Y todo ello, través de una subastas de energía o de cualquier otro tipo de negociación. Eso era lo de menos. Para Alcoa, la pregunta anterior se responde con otra: ¿qué hubiera pasado de no hacer explícita y sonora la amenaza de cierre? Es triste, pero es así.

Del lado de la clase política, el ministro de Industria, José Manuel Soria, salva la cara en el último minuto, tras llevar todo un año haciendo experimentos con el sector eléctrico de este país, que esa es otra. Pero, quiera o no reconocerlo, el coste para el Gobierno, en este caso un departamento cuya gestión se cuenta por errores, es alto y demuestra una vez más la eficacia de la teoría del palo y la zanahoria. Porque está claro que, sin amenaza y presiones añadidas, la receptividad, por llamarlo de algún modo, no hubiera sido la misma. La tensión llegó a tal punto que otros grupos que concurrían a la subasta, caso de Villar Mir y Ferroatlántica, amenazaron con la vía contencioso-administrativa si el tema olía mínimamente a apaño. Las formas se guardaron, y Alcoa, y sobre todo, casi un millar de trabajadores, seguirán en sus puestos un año más. Pero el problema lo sigue teniendo Industria encima de la mesa por una sencilla razón: los contratos son por un ejercicio, para ceder a la red energía en situaciones excepcionales si la demanda así lo requiere, y la multinacional del aluminio ya ha dicho que esto es provisional, acotando precisamente el problema al período de vigencia de los contratos obtenidos. Es decir, si no se buscan otras fórmulas, la réplica de esta crisis la tendremos de nuevo en diciembre del año que va a comenzar. Estamos, pues, ante lo que se puede convertir en una auténtica liturgia navideña, como los villancicos.

El palo y la zanahoria han funcionado esta vez, pero si algo queda claro es que no debe ser, ni de lejos, el marco de relaciones propio entre el sector público y el privado. Alcoa, sea A Coruña, San Cibrao o Avilés, es intensiva en mano de obra, no solo en consumo de energía. Y es precisamente ese contingente laboral (casi 2.000 empleados directos) lo que le concede una posición de fuerza abrumadora en un momento crítico para la industria en este país, camino, como vamos, de la terciarización de las economías española y gallega. Que Alcoa decida cerrar las fábricas por los costes energéticos representaría un durísimo golpe para Galicia, casi irrecuperable en años si lo medimos en puestos de trabajo. A todo ello se suma un proceso de reindustrialización pendiente, por la constante pérdida de peso del sector secundario en el PIB gallego. Por tanto, un marco estable, que garantice energía a un precio determinado en el tiempo, parece obligado si queremos obtener compromisos ciertos de inversión por parte de las pocas empresas que tenemos.

Pero esta minicrisis también proporciona lecciones para Alcoa. El grupo se deja mucho en Galicia, tanto en nóminas como en compras a proveedores, pero conviene recordar que esta comunidad ha contribuido a que la multinacional sea, de largo, uno de los grupos más rentables de cuantos están implantados en Galicia. Sin ir más lejos, las plantas de A Coruña, Avilés y San Cibrao, a través de Alcoa Inespal SA o Aluminio Español SA, lograron en 2013 un volumen de ingresos conjunto de 1.681 millones de euros, y un beneficio neto de prácticamente 110 millones. Solo Inditex logró unas ganancias superiores el año pasado. Muy revelador. 

El cuento de Navidad acaba con final feliz, pero debería hacerlo también con una moraleja, la de que no se vuelva a repetir.

Unas autopistas muy alejadas de Galicia

PARA hablar de infraestructuras en Galicia, y sobre todo de su futuro, hay que irse muy, muy lejos. Por ejemplo, en Londres está la sede de Citi Infrastructure Partners, propietario de Itínere, que a su vez es dueño de la Autopista del Atlántico y de Autoestradas de Galicia (A Coruña-Carballo y Puxeiros-Val Miñor). A partir de ahora, y si las negociaciones van por buen camino, hasta Kuala Lumpur debemos viajar para conocer a los que serán nuevos propietarios de la Autopista Central Gallega (Acega), que une Santiago y Ourense. Un fondo soberano de Malasia negocia con FCC y Bankia la compra de Globalvía, la sociedad que aglutina sus participaciones en concesiones de infraestructuras y tiene la mayoría de Acega. Se trata del fondo Khazanah Nasional Berhad, que realidad es el estado de Malasia. El carácter de negociación exclusiva que han emprendido los grupos apunta a que, finalmente, dicho país se hará con la autopista gallega. Son fondos internacionales quienes, a la postre, ocupan el espacio que en su día dejaron nuestras cajas de ahorros, sea Caixa Galicia o Caixanova. Lecciones de la historia que no conviene olvidar.

Y, precisamente, el de los centros de decisión es un debate por momentos silenciado pero de vital importancia si desde Galicia queremos influir en lo que tenemos más cerca. Nuestras autopistas concesionadas convertidas en un producto de alta rentabilidad para unos inversores (esos fondos) dejan poco margen para hacer efectivas desde aquí determinadas reclamaciones, como ampliaciones, rebajas de tarifas o dotación de equipos cuando hay problemas. Es el resultado de un capitalismo patrio débil.

ARTURO DOPICO. R sigue ganando dinero y proyecta más inversiones

COMENZÓ de la mano de Honorato López Isla, formándose en esa pléyade de filiales que en su día desplegó la extinta Unión Fenosa. Y puso en marcha R con más ganas que experiencia. Pero lo cierto es que, desde el año 2000, la operadora de cable acumula una inversión de 974 millones. El proyecto que en su día pilotó la desaparecida Caixanova y un grupo de empresarios tomó forma hace tiempo, y lleva años con velocidad de crucero. De todo ello es en gran parte responsable Arturo Dopico, que sabe que las carreras no se ganan solo en los últimos metros. R es líder en su mercado en gran parte de los negocios en los que opera, y ha presentado unas ventas en 2014 de más de 234 millones de euros, con un sensible retroceso. El beneficio se consolida por encima de los 90 millones, y el nuevo contrato de comunicaciones fijas de la Xunta que ha logrado garantizan larga vida al proyecto.También habrá nuevas inversiones en 2015.

FERNANDO MARTÍN. Lo que pudo ser con Fadesa y en lo que acabó Martinsa

RESPONDE fielmente a lo que se entiende por una «inmobiliaria zombi», de esas que dan tumbos por un sector maltrecho y con pocos visos de recuperación pronta. Martinsa-Fadesa hará gala de esa condición por poco tiempo. La liquidación, o el control prácticamente total de su accionariado por parte de la banca, dejan a Fernando Martín al pie de los caballos. La salida más que en falso del mayor concurso de acreedores de la historia de este país, con un pasivo superior a los 7.000 millones, tiene esta triste consecuencia. Martinsa sigue celebrando sus juntas generales en un hotel a las afueras de A Coruña, donde tiene su sede. Y Fernando Martín, cada vez que se deja caer por aquí, también como un zombi, se debe acordar de la noche en que le pudo la ambición y cerró la compra de Fadesa a Manuel Jove en cuestión de horas. El resto es la historia de un ocaso.

(Publicado en la edición impresa el 27 de diciembre de 2014)

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