La agresividad en los menores se magnifica por las redes sociales

La repercusión de las peleas y sus comentarios se multiplican exponencialmente al visualizarse por internet, alertan los expertos
Jóvenes, en la capital lucense. XESÚS PONTE
photo_camera Jóvenes, en la capital lucense. XESÚS PONTE

Los últimos episodios de peleas protagonizadas por menores llevan a preguntarse si la sociedad actual es más conflictiva y si los jóvenes son más agresivos que hace años. La respuesta no puede ser tajante y si bien es cierto que no todo el tiempo pasado fue mejor, lo que está claro es que los cambios en la sociedad han llevado también a un modificación de los roles tradicionales, empezando por las familias y terminado por la convivencia con la peor cara de las redes sociales, con las que "todo se multiplica exponencialmente", recuerda Pablo Rodríguez, de la Unidad de Familia y Menores de la Policía Nacional de Viveiro.

Un experto que hasta el pasado año era el encargado de las charlas preventivas en los centros escolares, que es claro a la hora de aseverar que no es que haya más casos de menores conflictivos, sino que lo que hay es una mayor difusión de sus actos por redes sociales y, gracias a ellas, la opción de que más personas las visiones y comenten.

Pablo Rodríguez | Policía Nacional: "No deberíamos darles a nuestros hijos un móvil o una tableta con acceso a intenet sin darles primero una educación"

"Cuando hay una noticia de este tipo todos nos convertimos en expertos y se ponen comentarios sin saber lo que realmente pudo pasar", cuenta advirtiendo de las consecuencias que ello puede acarrear y de las que muchos jóvenes no son conscientes y no ven un riesgo en lo que se percibe en redes sociales. "Lo que pones en la red queda para siempre", asevera con contundencia.

La misma con la que reclama formación para los más jóvenes. "Igual que no les damos a nuestros hijos las llaves de una moto no deberíamos darles un móvil o una tablet con acceso a internet sin darles primero una educación y poner controles parentales, porque internet es una ventana abierta a todo", señala, al tiempo que habla de la importancia de poner en marcha una escuela de padres, pues muchos están regalando a sus hijos juegos con grandes dosis de violencia "y se corre el riesgo de que terminen normalizándola" como sucede, agrega, con otros comportamientos sexuales o de violencia de género.

Por ello, está en marcha el Plan Director, instaurado a nivel nacional, donde se dan charlas preventivas en los colegios e institutos y en estos últimos se incide además en las patrullas, tanto de paisano como de uniforme, para prevenir conductas de riesgo, a las salidas y entradas y también en los recreos. Las charlas versan sobre violencia de género, ciberacoso, delitos de odio e incluso radicalización "en las que se trabaja de modo preventivo".

El centro de protección San Aníbal aglutina a 2.000 menores que, por diversas circunstancias, no pueden convivir con sus familias por lo que son acogidos en estos centros

LÍMITES. "Una patada con dos años puede no gustar, pero con 14, duele". Una frase con la que se escenifica la necesidad de poner límites en la que ahondan todos los expertos de diferentes campos -educativo, policial, de prevención de drogodependencias o de protección de menores- al entender que es la única manera de que los jóvenes "sepan comportarse en cada momento". Unos muros que se han ido moviendo por culpa de una sociedad en la que se ha cambiado a una velocidad vertiginosa y en la que conciliar es el verbo más difícil de conjugar.

"Lo que detectamos no es que haya más conflictos, sino un cambio social de la estructura familiar que repercute en lo hijos", cuenta Jesús Iglesias, vicepresidente de la Asociación Galega de Centros de Menores y que dirige en Burela el centro de protección San Aníbal, uno de los setenta que existen en toda Galicia y que aglutinan a unos 2.000 menores que, por diversas circunstancias, no pueden convivir con sus familias por lo que son acogidos en estos centros, que nada tienen que ver con los de reforma de justicia juvenil, en los que los menores ingresan por medidas judiciales. "En nuestro caso, podemos ser el primer o último recurso, hasta que se busque la mejor solución", apunta el educador.

Iglesias lamenta que no haya más familias de acogida, pero cree que se trata de un hecho coyuntural con la sociedad actual. "Si siete de cada diez parejas terminan en separación está claro que esta crisis de familia también nos afecta" y habla en plural porque se ha convertido, junto a su equipo, en el responsable de que estos jóvenes salgan adelante en situaciones más difíciles que otros compañeros de su edad, aunque su situación no es sinónimo de conflictividad, le gusta recalcar.

Jesús Iglesias | Educador de menores: "No hay más conflictos, pero sí un cambio social en la estructura de las familias que repercute en los hijos"

Iglesias lleva años tratando con jóvenes, por lo que habla con total conocimiento de causa cuando afirma que "lo que pasa ahora es que los chavales son más individualistas que hace años". Unos chavales que crecen en familias cada vez más pequeñas, en muchos casos sin horarios normalizados porque es difícil, por ejemplo, comer en familia, por lo que aprovecha para reclamar las bondades de los horarios partidos en los centros escolares, en los que si hay comedor "se comparte espacio y juegos con otros niños".

BRECHA. Una realidad que también ha ido cambiando y justo lo que va imperando es todo lo contrario, jornadas continuas que hacen que se abran más brechas sociales, pues las actividades extraescolares a las que pueden ir los niños depende en muchas ocasiones de la disponibilidad económica de los padres, lo cual supone también una desventaja para los hijos de familias más desfavorecidas.

Con ello, Iglesias insiste en que "no son más culpables los padres de ahora", a los que si echa en cara "el querer evitar la frustración de los hijos y ceder a todo es algo complicado", cuenta, al tiempo que propone fórmulas como los empleos temporales para que los jóvenes sepan darle valor a las cosas, pues "el amor no está reñido con el sacrificio", apunta.

La solución es difícil, pero pasaría por acciones comunes con muchas personas implicadas, desde los políticos y empresarios, con la puesta en marcha de medidas de conciliación y horarios razonables que se sumarían a una implicación directa de familias, centros de enseñanza, servicios sociales y hasta fuerzas de seguridad, con un mayor control de las zonas de ocio, pero también de aquellas en las que los menores suelen reunirse para controlar tanto que no están faltando a clase como que puedan estar consumiendo alcohol o drogas; en resumen un mayor control en equipo y recuperar la autoridad que van perdiendo desde las familias, a los profesores o la policía.

Los jóvenes no tienen una percepción de los peligros que tiene el consumo de estas drogas, que se ven con cierta permisividad por la sociedad

Otro de los aspectos a tener en cuenta es el consumo de drogas, en el que cada vez se inician más jóvenes, en el caso por ejemplo del cannabis, que lleva también a contar con jóvenes cada vez más agresivos "y sí que notamos una relación", asevera Mayte Lanza, trabajadora social de la Unidad Asistencial de Drogodependecias (UAD) de Burela y encargada también de dar la charlas de prevención para alumnos de Secundaria en los dos institutos de Burela.

Los jóvenes no tienen una percepción de los peligros que tiene el consumo de estas drogas, que se ven con cierta permisividad por la sociedad. "Hay una banalización sobre su consumo, pero son sustancias manipuladas genéticamente, que triplican el efecto de un porro de los de antes y son más adictivos", cuenta la profesional, que ha visto casos en consulta en los que los menores hablan claramente de "desfase".

"Estamos dando un paso atrás", cuenta Lanza, con quien los jóvenes se sinceran en las charlas y hablan abiertamente de consumos, tanto de cannabis, como de alcohol e incluso 'vapers', que se están extendiendo, también obviando sus perjuicios por los más jóvenes.

La trabajadora social insiste en lo fundamental de que la familia marque unos límites y lo dice manejando las últimas estadísticas realizadas en Ribeira, en relación con los menores y el consumo de cannabis, datos perfectamente extrapolables a la comarca, donde al repunte en el consumo se suma un descenso en las edades de riesgo. Todo ello agravado en el caso de los jóvenes con opciones de llegar más tarde a casa -fijan las cuatro de la mañana- y aquellos que salen con más dinero.

Mayte Lanza | Trabajadora social UAD: "Notamos que hay una relación entre el consumo cada vez más temprano del cannabis con una mayor agresividad"

MÁS CONFLICTIVOS. El estudio también marca una alarmante relación entre los adolescentes que consumen y los que presentan mayores dificultades en los estudios y tienen un peor rendimiento académico y se implican más en conflictos o discusiones, peleas o agresiones físicas e incluso en prácticas sexuales de riesgo.

Hay también estudios que relacionan el consumo de estas sustancias con el uso problemático de internet y diferentes prácticas de riesgo en la red, como el sexting o el cyberbullying, o el uso problemático de los videojuegos.

También desde la Policía Nacional se advierte del riesgo entre violencia y adiciones "tanto a estupefacientes como a alcohol, juego, abuso de redes sociales o el contactar con páginas de extremada violencia, racismo, xenofobia e incluso de diversos trastornos alimenticios".

Nicolás Asensio | Director IES Foz: "Realmente en el centro es donde menos problemas dan personas que pueden ser conflictivas en otros lados"

ENSEÑANZA. "No hay nada que se salga de lo normal", apuntan desde el IES Foz, uno de los centros con mayor matrícula de la comarca y con una amplia red de oferta formativa, que hace que reciban a alumnado de todos los municipios mariñanos e incluso de fuera y de diferentes edades y en el que en más de una ocasión se ha puesto la lupa por follones en los que pudieran estar inmersos sus alumnos fuera del centro.

"Realmente aquí es donde menos problemas generan personas que sí pueden dar problemas en su casa, en el vecindario o cuando salen de noche", asevera su director, Nicolás Asensio, quien reconoce que es más fácil reconducir a los de mayor edad, a los que se les ayuda con orientación laboral y educativa hacia alguna de las muchas ramas formativas, que a los menores, obligados a acudir a clase y con pocas ganas.

Comentarios