Blog | Marta está harta

Y la adolescencia nos dura hasta los 40

En mi último taller para padres tuve la suerte de compartir experiencias y anécdotas con parejas jóvenes, o por lo menos a mí, cuarentañera, casi cuarentona, me lo parecieron. Padres jóvenes que van en monopatín, llevan camisetas, zapatillas Converse, juegan a la Nintendo y tienen estilos y actitudes ante la vida totalmente distintas a las de sus padres a esa misma edad. Padres que nacieron en los 70 o 80, y que de hecho, mantienen las mismas aficiones que sus hijos adolescentes y a veces los mismos prontos.

La revista TIME los sacó en portada hace unos años. Los sociólogos están empezando a darse cuenta de un cambio permanente en la forma de vivir. En el pasado, la gente pasaba de la infancia a la adolescencia, y de la adolescencia a la edad adulta. Pero hoy hay una fase nueva, intermedia en medio del camino, y en esa fase intermedia a veces nos encontramos con hijos adolescentes, ¿qué hacemos? Hay padres que se quejan de que su pareja es peor que sus hijos. En el caso de los padres se quejan de que las madres somos peores que los hijos adolescentes y que entramos al trapo a la mínima como si fuésemos otra adolescente. Cuando en los talleres de la calma, de no gritar, de no caer en el juego de nuestros hijos siempre hay algún padre que me dice que con su mujer que imposible, que no es capaz de mantener la calma y el papel de madre cuando su hija sale de habitación dispuesta a discutir. Mientras que las madres se quejan de que los padres son más pasotas y permisivos con los hijos, y que en muchos casos les ríen las gracias, como si de un par de adolescentes se tratase.

“Yo le quito la play, pero cuando llega su padre la saca para jugar juntos y adiós castigo”, me decían el otro día.

En el último taller, al que acudí como alumna, nos dijeron que hoy en día la adolescencia no solo empieza antes, sino que es muy larga, demasiado larga diría yo. Ya que como mínimo hablamos de adolescentes hasta los 35-45 años. No os podéis imaginar que estrés cuando oí eso, y no os creáis que estaba pensando en mi adolescente de 17, sino en mi marido que está en la puerta de los cuarenta y estoy empezando a darme cuenta de que él es uno de esos adolescentes de 40.

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