Un acusado de matar a su mujer en A Coruña le dio pastillas "para que no sufriera"

Los agentes afirman que el hombre estaba "tranquilo" y que reconoció que había querido suicidarse pero que "no se atrevió"

 

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photo_camera El acusado, durante el juicio. EFE

Los policías que acudieron al domicilio del acusado de degollar a su mujer en 2018 en A Coruña afirman el hombre confesó que le había dado "bastantes pastillas, una mezcla de medicamentos" para que la mujer "no sufriera".

Así lo han apuntado estos agentes en la tercera sesión del juicio en la Audiencia Provincial, después de que el procesado negase en su declaración ante el jurado popular que la mujer estuviera dormida o sedada y afirmase que se encontraba "serena".

Uno de los agentes del 091 relató, a preguntas del fiscal, que, al llegar al piso, el hombre estaba sentado sobre la cama donde yacía la víctima sobre una lona "con un corte profundo en el cuello", que había un cuchillo "de grandes dimensiones" a su lado y que vieron "abundante sangre". Apuntó cómo el hombre tenía "una actitud tranquila y normal, no estaba nervioso".

"Nos dijo que quería suicidarse, pero que no se atrevió", añadió el policía, que destacó que el procesado no tenía "ninguna lesión visible". Tanto los policías que lo detuvieron como uno de los que lo trasladaron al hospital negaron ante el jurado popular que manifestara signos de embriaguez.

El Ministerio Público solicita 25 años de cárcel para el procesado y la acusación particular y la de la Xunta, prisión permanente revisable. Por su parte, la defensa alega que los hechos constituyen un suicidio asistido, por lo que pide una pena de entre seis y diez años.

Agentes de la policía científica resaltaron que la casa y la habitación estaban "perfectamente ordenadas y limpias" y que, en el suelo, al lado de la víctima, había "un charco de sangre" y alguna salpicadura en el resto de la estancia. "No había sido una improvisación", añadió uno de los policías, que resaltó que el cuchillo no estaba "muy manchado" de sangre.

Enfermedad terminal

Una agente de la Unidad Familia y Mujer de la Policía Nacional, que habló con los familiares de ambos poco después de la muerte, relató cómo todos coincidían en que ambos habían dicho que tenían cáncer terminal y que la víctima decía que quería "acabar con su vida". También confirmó que en el historial médico aportado por al Sergas no constaba dicha enfermedad.

Otra policía comentó que creyó que en la muerte de la víctima "no había habido forcejeo" por el estado en el que estaba el plástico sobre el que se encontraba. "No recuerdo que hubiese demasiada sangre", explicó, apuntando que sí que había debajo de la mujer, pero no en las paredes o en otras partes de la habitación.

Una médica que atendió a la víctima en el hospital siete días antes de su muerte por un intento de suicidio confirmó que, tras sufrir nueve cortes, algunos de ellos profundos, "la fuerza disminuye" en los brazos afectados.

En cambio, otro médico que también prestó asistencia a la mujer afirmó que las lesiones le permitirían "flexionar el brazo". El acusado aseguró en su declaración ante el jurado popular que la mujer tenía sus manos sobre las de él cuando le cortó la yugular.

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