Acuigen apoya una investigación para personalizar el tratamiento del cáncer

El estudio investiga el uso del pez cebra como animal modelo para el análisis de tumores

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photo_camera Pablo Cabezas (centro), con los directores de su tesis y el tribunal que la evaluó. AEP

El grupo de investigación de Genética para la Agricultura Acuigen, que coordina el catedrático de Genética Paulino Martínez en el campus lucense y que está integrado en la agrupación estratégica BioReDes, está inmerso en una investigación que podrá suponer una especialización a la hora de elegir el mejor tratamiento para cada paciente con cáncer.

Pablo Cabezas, investigador de Acuigen, es uno de los responsables de que esta técnica esté cada vez más cerca. El pasado mes de junio leyó su tesis doctoral, en la que se estudiaba el uso del pez cebra como animal modelo -empleado para modelizar enfermedades humanas- para estudiar el cáncer en pacientes concretos. La técnica empleada se basa en el xenotrasplante, una inyección de células humanas en embriones o adultos de un organismo; en este caso, de células de cáncer humano a embriones de pez cebra.

El objetivo final de esta investigación es emplearla en hospitales para crear tratamientos personalizados para los pacientes con cáncer, según indica Cabezas. "Algunos oncólogos recetan quimioterápicos pero sin saber exactamente qué tipo funciona mejor en cada paciente, porque cada uno de nosotros tenemos diferencias a nivel genético. Esto implica la existencia de diferencias individuales incluso entre los pacientes con el mismo tipo de cáncer".

De esta forma, empleando los peces cebra, "después de obtener la biopsia del paciente, se inyectan estas células en los embriones de estos peces, y a lo largo de una semana podríamos saber qué quimioterápicos serían los más ideales para ese paciente en función de sus propias células". Un nivel muy personalizado en el tratamiento de esta enfermedad.

MÁS BARATO. Este proceso, además, abarataría los costes en comparación con los que emplean ratones como animal modelo, que pueden suponer un importe de entre 10.000 y 15.000 euros.

Aunque, en comparación con el empleo de ratones, existen algunas desventajas, como que carecen de órganos que tienen los humanos como pulmones o mamas; o que su parecido genético con nuestra especie es más baja que la de los ratones (75% frente al 85% de los roedores), Pablo Cabezas asegura que "en general, tanto la técnica como el modelo proporcionan más ventajas que inconvenientes".

El siguiente paso de esta investigación será, entre otros, recrear mejor el microambiente humano -es decir, el conjunto células que rodean el tumor- en el que se desenvolverán las células tumorales inyectadas al pez cebra para afinar la búsqueda del tratamiento más compatible con el paciente. "Si inyectamos unas células en el pez, y probamos ciertos quimioterápicos, podemos decirle al oncólogo qué funciona mejor. Pero de esta forma estamos perdiendo variables del cuerpo humano, como el sistema inmune u otro tipo de células que ayudan al tumor. Cuanto más completo sea el microambiente creado y sepamos todas las interacciones que hay a nivel molecular, más precisión obtendremos a la hora de buscar el tratamiento más compatible para cada paciente", afirma Cabezas.

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