RAMIRO LÓPEZ, EMPRESARIO DE HOSTELERÍA

"Hay acoso y derribo a la hostelería y nuestra única salida es un rescate"

La hostelería vive un momento crítico, de "acoso y derribo", sentencia Ramiro López, todo un referente del sector en Lugo. Dice que la única salida es un rescate "de verdad". Empezó a trabajar con 14 años, lleva 50 año de oficio y recalca que nunca vio una situación igual
Ramiro López en La Palloza, una insignia de su grupo hostelero. SEBAS SENANDE
photo_camera Ramiro López en La Palloza, una insignia de su grupo hostelero. SEBAS SENANDE

En la hostelería se dan el 2% de los contagios, sin embargo se la pone en la diana y el sector está agotado y en peligro, dice Ramiro López. Reclama ayudas para el sector y cree que ha habido cambios que serán ya irreversibles.

El sector vive un momento crítico. ¿Hubo algún tiempo tan duro como el actual?
Nunca jamás. Llevo cincuenta años en el sector, veinte como profesional y treinta como empresario, y nunca viví una cosa igual. Incluso la crisis del 2008 no fue nada si se compara con esto.

Es un referente de la hostelería en la provincia. ¿Una persona como usted tiene miedo al futuro en una situación como la que se vive?
Soy aventurero y trabajador y llevo luchando desde los catorce años, pero sí, ahora el futuro da miedo.

¿Y qué salida hay?
La salida es un rescate. O nos rescatan de verdad, no poniendo pantallas para que todo el mundo crea que son muy buenos, o no hay manera. Un ejemplo: recientemente nos cerraron dos locales un mes y nos dieron dos mil y pico euros por cada local, pero de Seguridad Social pagamos el cien por cien, de renta el cien por cien, de luz cien por cien, de impuestos el cien por cien... Creo que solo tienen que mirar a Alemania para ver lo que hay que hacer. Lo que no es posible es esto, que nos dejan trabajar al 30 por ciento y los impuestos sean los mismos. ¡Que digo! Ni siquiera al 30 por ciento podemos trabajar.

Incertidumbre
"Soy aventurero y una persona trabajadora. Llevo desde los 14 años luchando, pero ahora el futuro sí da miedo"

¿Y cómo tendría que ser ese rescate del sector?
Pues si trabajamos al 20 por ciento, los impuestos tienen que ser al 20 por ciento, por ejemplo. Y tiene que haber ayudas de verdad. Lo que no puede ser es lo que tenemos ahora, porque si una empresa lleva un año trabajando al 30 por ciento, ¿qué cuentas va a presentar a un banco? Aquí todo lo que había se necesitaba y todos los negocios aportaban, porque todos pagaban impuestos, creaban empleo...

En el sector frecuentemente se oye decir que son cabeza de turco. ¿Hay alternativa a las restricciones con la expansión del virus?
Yo no digo que haya que cerrar ni que haya que abrir. Ellos sabrán lo que hay que hacer, que les pagamos para que nos dirijan, pero yo también sé que la hostelería digna y responsable no es culpable de la expansión del virus.

Se sienten señalados...
Hay acoso y derribo.

¿Por qué sienten ese agravio?
Nosotros ahora mismo cerramos a las seis de la tarde y, mientras, Mercadona, pongo ese nombre como ejemplo porque lo conoce todo el mundo, puede servir café y vender comida hasta las nueve y media de la noche. Me parece que no se entiende. Creo que no encuentran al culpable de lo que pasa y que poner a la hostelería en la diana es lo más fácil. Sentimos que nos expropian y no nos pagan por el terreno que nos quitan.

En el ojo del huracán
"No encuentran al responsable de lo que pasa y poner a la hostelería en la diana es lo fácil. Pero no somos los culpables"

¿Teme que muchos negocios estén abocados a cerrar?
El otro día hablaba con un compañero de Lugo que está haciendo las cosas muy bien y que triunfa y me contaba que en un radio de 500 metros alrededor de su negocio hay ya diez locales cerrados.

¿Había mucha gente sin capacidad para aguantar la crisis?
Bueno, es que el músculo financiero de las empresas se va agotando. Y esto no le pasa solo a la hostelería. El otro herido de muerte es el comercio. Y ambos son claves para la vida de las ciudades.

O sea, que ve un panorama negro, como muchos colegas suyos.
Cada vez que nos cierran, recuperarse otra vez es muy difícil. Y está el hecho de que, con esta crisis, si el cliente no tiene dinero ya no sale y el que tiene dinero muchas veces tiene miedo. Sí, creo que esto ya nunca va a ser lo mismo.

Futuro. "El cliente busca al empresario de confianza. No le sustituirán los grupos empresariales"

Hay informes que apuntan a que, como ocurrió con el sector del comercio, puede haber en la hostelería una gran concentración en torno a grupos empresariales. ¿Lo ve posible?
No lo creo. Los grupos inversores compran hoteles y áreas de servicio, por ejemplo, pero un restaurante o una cafetería es algo más. Hay un nombre detrás de esos negocios y la gente confía en esos nombres. La hostelería que tiene un prestigio es viable, porque la gente confía en Lugo en personas como Alberto, como en los chicos del España... El cliente busca al empresario que le da confianza, va al local donde hay un camarero que le trata bien, que sabe cómo le gusta el café...

Y no cree que puede haber, además, cambios sociales, de hábitos de los propios clientes después del terremoto que ha supuesto la pandemia.
En parte, sí. Después de un año, por ejemplo, la comida para llevar viene para quedarse. Y ahora cualquier supermercado vende ya comida para llevar.

En clave personal. "Me siento como un niño al que riñen los que no saben qué hacer"

Para visualizar la dimensión de la crisis, ¿cuántas bodas llegó a servir en otros tiempos y cuántas hizo en 2020?
En los buenos tiempos llegó a haber ciento y pico bodas en un solo centro de trabajo. El año pasado hubo quince, y en cuatro centros de trabajo y con menos del cincuenta por ciento de ocupación. Y había empezado el año con unas 90 bodas ya programadas.

Con semejante desplome, ¿es posible remontar?
Habrá que ver cómo va este año. Si se puede reabrir y trabajar con cierta normalidad, si quiera al cincuenta por ciento, muchos negocios quizás puedan salir adelante. Pero para eso se necesita que se hagan cosas bien, empezando por la vacunación. Y parece que al ritmo que vamos se pueden tardar cinco años en que todo el mundo esté vacunado. Quizás haya que reestructurar muchas empresas, si es que queda tiempo para salvarlas.

Tiene un grupo grande, con distintos modelos de establecimientos. ¿Han sufrido unos más que otros la crisis?
No. Todos han tenido mucho impacto. Por ejemplo, yo tengo una casa rural y estoy preparando otra y nos dicen que se apoya ese tipo de negocios, pero si hay cierres perimetrales la gente de Lugo, de Sarria o de otros sitios ya no puede llegar a la casa de O Corgo.

¿El continuo cambio de normas ha sido malo?
Yo me siento como un niño pequeño al que le riñen y le mangonean todo el rato. Y lo peor es que los de la regañina parece que en realidad no saben qué es lo que hay que hacer. Primero decían que no hacía falta la mascarilla, ahora resulta que es obligatoria...

¿Si tuviera que volver a empezar lo haría?
Sí, creo que sí. Yo tengo la misma ilusión. Lo que pasa es que te quitan hasta las ganas de levantarte. Son los clientes y los empleados los que dan la fuerza para seguir.

¿Les hacen mucho daño las denuncias a los locales incumplidores?
La hostelería responsable es segura y nosotros velamos porque se cumplan las normas. Donde al final no se cumplen es en las reuniones y las fiestas privadas, que se siguen haciendo. A mí han llegado a venir a pedirme mesas y sillas para fiestas de 70 personas. Como soy responsable, no las alquilo.

Comentarios